Un reciente estudio internacional liderado por la Universidad de California en San Diego sugiere que una infección bacteriana durante la infancia podría estar vinculada con el creciente número de casos de cáncer colorrectal en adultos menores de 50 años.
DIARIO DEL HUILA, SALUD
Un hallazgo científico realizado por investigadores de la Universidad de California en San Diego (UCSD), en colaboración con un equipo internacional, ha abierto una nueva línea de investigación en torno al preocupante aumento de los casos de cáncer colorrectal en personas menores de 50 años. El estudio, publicado recientemente en la revista Nature, sugiere que una exposición temprana a la colibactina, una toxina producida por ciertas bacterias presentes en el intestino, podría estar relacionada con el desarrollo precoz de esta enfermedad.
Tradicionalmente, el cáncer colorrectal ha estado asociado con el envejecimiento. Sin embargo, en los últimos años, se ha observado un incremento inusual en la incidencia de esta patología entre jóvenes adultos, muchos de los cuales no presentan antecedentes familiares ni factores de riesgo evidentes. Este nuevo hallazgo podría ofrecer una explicación a ese fenómeno.
Según los investigadores, la colibactina es una toxina generada por cepas específicas de Escherichia coli, una bacteria común en el colon humano. Esta toxina tiene la capacidad de alterar el ADN de las células del colon, generando lo que se conoce como firmas mutacionales, es decir, patrones específicos de mutaciones genéticas que pueden rastrearse y asociarse a ciertos agentes causales.
El equipo analizó un total de 981 genomas de pacientes con cáncer colorrectal de once países. El resultado fue sorprendente: las mutaciones asociadas a la colibactina fueron 3,3 veces más frecuentes en personas diagnosticadas antes de los 40 años en comparación con aquellos que desarrollaron la enfermedad después de los 70. Estas firmas genéticas fueron particularmente prevalentes en regiones del mundo donde se ha detectado un mayor aumento de casos entre jóvenes, como Argentina, Brasil, Colombia, Rusia y Tailandia.
Para el doctor Ludmil Alexandrov, investigador principal del estudio en la UCSD, el hallazgo representa un cambio de paradigma. “Esto cambia nuestra forma de pensar sobre el cáncer. No se trata solo de lo que ocurre en la edad adulta, sino también en la primera década de vida, quizá incluso en los primeros años”, afirmó. La hipótesis que plantea es que la colonización silenciosa del colon por bacterias productoras de colibactina durante la infancia podría estar iniciando cambios moleculares en el ADN, los cuales tardarían décadas en manifestarse clínicamente como cáncer.
Marcos Díaz Gay, primer firmante del estudio y actual jefe del Grupo de Genómica Digital del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en España, explicó que cada factor ambiental o biológico que incide en la aparición del cáncer deja una “huella” en el genoma. “Estas firmas mutacionales son una especie de registro histórico en el genoma. Apuntan a que la exposición a la colibactina en etapas tempranas de la vida favorece el cáncer colorrectal de aparición precoz”, detalló.
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Una de las revelaciones más inquietantes del estudio es que una sola mutación causada por esta toxina bacteriana, adquirida a los diez años de edad, podría adelantar el desarrollo del cáncer colorrectal a los 40 años en lugar de a los 60, como sería más común. Esta relación directa entre la infección en la niñez y el cáncer en la adultez temprana plantea una necesidad urgente de prevención y diagnóstico precoz.
Ante esta situación, los científicos están evaluando estrategias para contrarrestar los efectos de estas bacterias. Entre las medidas en estudio se encuentran el uso de probióticos para eliminar de forma segura las cepas dañinas, así como el desarrollo de pruebas de detección temprana que analicen muestras de heces para identificar mutaciones relacionadas con la colibactina.
El proyecto forma parte del Mutographs of Cancer–Cancer Research UK Grand Challenge Project, una iniciativa global que une esfuerzos de la Universidad de California en San Diego, el Wellcome Sanger Institute del Reino Unido y la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer. El objetivo general es rastrear las causas ambientales del cáncer, incluyendo agentes como la radiación UV, el tabaco, el alcohol y ahora, las toxinas bacterianas.
Sin embargo, no todo es alentador. Alexandrov advirtió que los recortes presupuestarios propuestos a los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en Estados Unidos podrían poner en riesgo la continuidad de este tipo de investigaciones. “Si los recortes presupuestarios a los NIH afectan nuestra capacidad de realizar este trabajo, esto constituirá un duro golpe para la investigación del cáncer no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo”, declaró.
En sus palabras finales, el investigador fue enfático: “Para seguir investigando nuestras hipótesis y desarrollar intervenciones seguras y éticas, vamos a necesitar decenas de millones de dólares. Esta investigación tiene implicaciones importantes para la salud futura de los niños de todo el mundo. Sin un apoyo adecuado, resultará muy difícil comprender y abordar este problema”.

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