Por: Carlos Tobar
Hace mucho rato la universidad perdió el rumbo. Es una institución educativa de nivel superior que nació como una esperanza para que los jóvenes de la región (Huila, Sur del Tolima, Putumayo, Oriente del Cauca, Caquetá) accedieran a lo más avanzado del conocimiento mundial. Era la puerta que ayudaría a abrir el camino del progreso con la formación en ciencias y artes tan necesarias para construir sociedades modernas.
Aunque no se puede negar el influjo positivo en muchos campos del saber, la masificación de la educación superior que, en buena medida ha recaído sobre la universidad pública, sin una financiación adecuada producto de la equivocada y restrictiva ley 30 de 1992 y, la falta de un proyecto nacional de desarrollo económico, social, cultural y ambiental de país terminó llevándola a la intrascendencia y la casi parálisis educativa.
Sumémosle el asalto de la administración de la U. por parte de las maquinarias politiqueras que por décadas se han disputado el control, con sus gastos ineficientes, la contratitis aguda, su falta de norte educativo, la burocratización de la mayoría de los docentes, la ausencia de pertinencia en los programas con notables excepciones, etc., para entender las razones de su descaecimiento.
Mientras esto sucedía en los últimos 30 años en el mundo sigue avanzando a pasos agigantados la revolución científico-técnica nunca imaginada: la computacional, la de comunicaciones, la de las nuevas ciencias de la vida, las de transporte, las de generación de energía, las ambientales, las de la producción de alimentos y un largo etcétera. Que, han pasado si acaso tocando tangencialmente a la universidad regional.
Ni siquiera somos expertos en el manejo del agua una de las riquezas naturales en las que Colombia tiene una ventaja extraordinaria en el concierto mundial.
Esa es la oportunidad que puede tener con la elección del nuevo rector. No conozco al profesor Valbuena, pero los comentarios que se oyen por los medios de comunicación y de las personas que tienen vínculos más estrechos con la universidad, traen vientos de esperanza. Dicen que su compromiso con la academia, especialmente en el campo de la investigación, es auténtico. Ojalá y así sea.
Porque la tarea es titánica. Hay que convencer a los gobiernos de hacer esfuerzos extraordinarios, con planes de largo plazo, para financiar la universidad pública. Dedicar, también con planes de largo aliento, recursos importantes para la investigación científica y el desarrollo de nuevos productos y procedimientos. Hay que fortalecer la planta de profesores con exigencias de nivel alto en la preparación profesional a nivel de maestrías y doctorados. Hay que establecer convenios con las mejores universidades del mundo para compartir conocimientos.
Y, sobre todo, hay que utilizar los recursos escasos con la mayor eficiencia posible, detonando sinergias y potenciando el recurso humano regional.
Le deseamos el mayor de los éxitos a la U. Surcolombiana en esta nueva etapa, porque la región la necesita.
Neiva, 28 de abril de 2025
