Por: Amadeo Gonzalez Triviño
Dentro de qué criterios de confianza y sinceridad se puede visualizar el contexto de una carta que ha sido publicitada hasta la saciedad por los medios de comunicación, para dar a conocer en estos momentos, por parte de un exministro de Estado, algunos cuestionamientos que hace a su nominador, el señor Presidente de los colombianos.
Estamos hablando de que la tan cacareada carta, proviene de un “hombre de paz”, y de un hombre de confianza del primer mandatario que lo llevó a entregarle nada más que la cartera de Relaciones Exteriores y con ello, parte de un proceso de diálogo y acercamiento con todos los países del mundo y de esta manera que sirviera de puente en las nuevas dinámicas de cambio y de transformación que desde el gobierno había pretendido iniciar la administración para el periodo 2022-2026.
Algunos comentaristas de opinión han sido muy duros para ambas partes por el texto que de allí se desprende, todo como consecuencia de la polarización política que se vive desde el momento mismo en el que se tuvo conocimiento del ganador de éstas elecciones y desde ese mismo instante, se desató toda una persecución, una lucha y una campaña sobre todo de desprestigio del actual mandatario y de buscar la forma y los mecanismos para hacer nugatorio su periodo presidencial, hasta el punto de que los proyectos sociales que ha pretendido alcanzar, es muy mínimo el que ha encontrado eco, por no decir que ninguno, y a ello ha de sumársele esa forma como los entes encargados de la justicia, se han sumado a esa campaña de una manera que sorprende y deja muchos cuestionamientos sobre su imparcialidad y la finalidad de sus decisiones.
Lo evidente es que en mal momento, para unos y para otros, se pretende edificar sobre la vida privada de un mandatario una situación conflictiva de sus propias emociones, que rayan en hacer imputaciones deshonrosas y manifiestamente alarmistas, saliéndose del contexto histórico y de su momento en que pudo advertirse primeramente a su interlocutor y haber actuado con lealtad, sin menoscabar la dignidad del ser humano, en especial, de quien como el Presidente de los colombianos, estaba en la mira de sus contradictores.
Hacer imputaciones y elucubraciones tendenciosas, auspiciar el distanciamiento social de unos y de otros, y generar sin lugar a equívocos, esta clase de situaciones deprimentes para las relaciones del gobierno con sus funcionarios o de estos para con su nominador, no es más que un síntoma de esa ausencia total de compromiso por parte de quienes en determinado momento han sido llamados a prestarle un servicio a la sociedad, de quienes han sido llamados para rodear un proyecto social, político y humano, como ha de entenderse el hecho de que se escoja o se seleccione dentro de un conglomerado a una cúpula con la cual se pretenda desarrollar un mandato ciudadano.
Guardar y conservar esas actitudes que contrastan con la dignidad del ser humano, no son más que una manifestación de la ruindad de sus espíritus, de la forma como se ha pretendido en determinado momento usufructuar un poder, para hacer aspavientos de una posición, cuando en el fondo, lo que se ha buscado o se ha ocultado es precisamente abrevar un recóndito celo y una situación propia de sentimientos revanchistas, donde no se construye sociedad, sino que por el contrario se generan odios, se alimenta el alma de los detractores y se propicia un distanciamiento para hacerle coro a los que desde un golpe blando o desde la indiferencia de las políticas institucionales, han precedido nuestros gobiernos y se han silenciado sus pecados por y para beneplácito de sus oscuros y protervos intereses mezquinos.
Los colombianos no podemos seguir siendo víctimas de ese delirio de querer ser pontífices de la irracionalidad, en aras a minimizar el mismo daño moral que le hemos hecho a los colombianos, desde la posición que no hemos sabido asumir con responsabilidad, honestidad y valor ética en la función pública, como sucede con muchos funcionarios de hoy, que serán en el mañana, una vergüenza que solo ellos mismos tendrán que soportar y/o no podrán llevar consigo.








