Por: Juan Yamid Sanabria
Con el deceso del papa Francisco inicia un proceso establecido por las leyes canónicas para designar el nuevo líder del catolicismo y jefe del estado de la Ciudad del Vaticano, el cual tendrá la tarea de orientar las decisiones de la iglesia, así como generar posturas frente a los principales temas globales, con aproximadamente 1406 millones de seguidores en todo el mundo.
Con la vacante de la sede apostólica se inicia el cónclave (una reunión cerrada de los 133 cardenales electores a la fecha), generalmente en la Capilla Sixtina en el Vaticano, en la cual pueden participar los cardenales menores de 80 años que tienen derecho a votar. Una elección basada en la oración, la reflexión y las discusiones; todo bajo un manto de decisiones políticas sobre el rumbo que debe tomar la iglesia católica.
Los cardenales realizarán varias rondas de votación en secreto. Para ser elegido Papa, un candidato debe obtener una mayoría cualificada, generalmente dos tercios de los votos. Una vez que un candidato recibe la mayoría, se le pide que acepte su elección. Si acepta, se le pregunta si quiere tomar el nombre papal.
Luego, se anuncia públicamente con el famoso humo blanco que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina, indicando que ha quedado consumada la elección. El siguiente en la Logia de San Pedro es presentado a la multitud con su primer discurso. A su vez toma juramento de cumplir con las responsabilidades ante miles de fieles en la plaza principal.
El legado de Bergoglio fue recuperar en muchos sectores la credibilidad de la iglesia, colocarla al servicio de la gente como buen jesuita, desligarse de lujos excesivos y mostrar interés por temas relevantes como la juventud, la migración, los derechos humanos, el cambio climático y la pobreza. Para muchos un papa conciliador, amante al fútbol y sencillo.
Finalmente, los extremos estarán a la orden de la nueva elección, entre los ortodoxos que desean volver a un estado conservador de la iglesia y los más progresistas que buscan humanizar a través del amor a Dios sin distinción. Por su parte, el matrimonio igualitario, las condenas por pederastia, el aborto, las relaciones con otras religiones, el tratamiento de la inteligencia artificial, las posturas frente a los conflictos de medio oriente, entre otros; serán parte de la agenda que regirá al nuevo pontífice, Dios le dé sabiduría para ello.
