En un pronunciamiento centrado en el conflicto armado y el futuro del proceso de paz en Colombia, el presidente Gustavo Petro reafirmó su compromiso con la llamada “Paz Total”, concepto central de su política de seguridad y diálogo con grupos armados.
En su discurso, el mandatario advirtió sobre los riesgos de persistir en el uso de la violencia y reiteró su rechazo a la guerra como instrumento político.
“A mí no me interesa el fracaso total, me interesa la Paz Total. La guerra es el fracaso total”, afirmó el presidente, al tiempo que enfatizó que su apuesta por la paz no debe ser interpretada como una muestra de debilidad: “Mi amor personal y estratégico por la paz no debe tomarse como ingenuidad. Se equivocan si lo piensan”, agregó.
En sus declaraciones, el presidente se refirió directamente al ELN (Ejército de Liberación Nacional), criticando decisiones recientes de esta guerrilla y trazando una metáfora religiosa para referirse a los caminos que, a su juicio, están frente a la organización armada: “El ELN escogió el camino de la crucifixión, yo quiero para Colombia el camino de la resurrección. Ustedes señores del ELN tenían los dos caminos ante sí”, expresó.
Petro también abordó temas relacionados con el tráfico de drogas y la presunta colaboración de autoridades locales con actores armados ilegales. Mencionó que “hace unos días, las autoridades venezolanas capturaron 11 alcaldes del Zulia, entre oficialistas y de la oposición, todos prestaban sus vehículos a ustedes, señores del ELN, para transportar las armas y la cocaína. El camino de los alcaldes era el camino de la crucifixión”.
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Criticó duramente la relación entre codicia y narcotráfico, al afirmar que: “Así no se hace una revolución. Recuerden: la codicia tiene la propiedad de enceguecer al ser humano. La codicia es peor que la cocaína, vuelve el ser humano ciego porque le quita la razón. Si juntan ambas, codicia y cocaína, se acaba la revolución. Es la crucifixión de nuestro pueblo. Hay que emancipar, liberar los pueblos”.
El presidente también propuso una transformación económica para las regiones afectadas por el conflicto, como el Catatumbo, que según dijo, debe convertirse en un “zona de paz y de unión entre dos pueblos, una zona para producir alimentación para los seres humanos”.
En un tono crítico hacia las políticas internacionales sobre drogas, Petro sostuvo que: “No porque yo sea moralista, no lo soy, sino porque el poder en el mundo, al dictaminar la prohibición de la cocaína, nos condenó como nación a la violencia. Han muerto más de un millón de latinoamericanos bajo la condena de la prohibición. Al poder del mundo no le importa, pero a nosotros sí”.
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