Por; Yamid Sanabria
La Semana Santa es un tiempo de profunda reflexión y espiritualidad para millones de personas alrededor del mundo. En este contexto, la penitencia es una práctica fundamental que invita a los creyentes a confrontar su interior, reconocer sus fallas y buscar un camino hacia la redención.
En una sociedad competitiva nos cuesta reconocer nuestras virtudes y defectos, es decir, saber quienes somos; como diría el escritor Mario Mendoza “muchos andan por ahí queriendo parecerse a otros”; y en la tradición cristiana, esta semana evoca un retorno a Dios, nos permite encontrar nuestras imperfecciones y la búsqueda de una transformación interior. Aunque sea solo el comienzo.
Actualmente es complejo mantener la atención por la masificación de la información, los reels de tik tok o Instagram son una pequeña muestra que se desea consumir el mayor contenido en el menor tiempo posible. Por ello, aunque parece difícil, es vital retomar los caminos largos, vivirlos con pasión y no solo esperar un resultado positivo, sino asumir que los errores son parte escencial para forjar carácter. Las decepciones son “pan de cada día”, y no hay nada más imperfecto que lo humano.
El miércoles santo es conocido por la traición de Judas Iscaeiote a Jesús, quien lo entregó por treinta piezas de plata a las autoridades religiosas judías; como una clara referencia de debilidad, por ello, es clave alimentar nuestra fe para mantener firmes nuestras convicciones de confianza propia y con los demás, un factor que cada día toma mayor valor para crear relaciones personales, y en general conservar todo tipo de proyectos más sólidos.
En un mundo que a menudo prioriza el consumo, la penitencia invita a una reflexión sobre lo esencial. Algunos creyentes lo encuentran en la oración, otros en el ayuno o la confesión, y muchos en sacrificar hábitos para recordar la fragilidad de la existencia y la necesidad de depender de algo más grande que nosotros mismos.
Finalmente, los valores esenciales de nuestras creencias religiosas son el amor y la compasión, que este tiempo de reflexión nos permita entender que, aunque el camino sea difícil, siempre hay esperanza y redención al final del viaje.
