EDWIN FERNANDO PISSO ESCALANTE
Recientemente, el Gobierno de Estados Unidos ha impuesto un arancel del 10% a diversos productos colombianos, entre los cuales destaca el café. Esta medida, que aparentemente puede parecer solo un ajuste comercial, tiene profundas implicaciones para la economía colombiana y, en particular, para uno de sus productos más emblemáticos: el café. La importancia de esta situación radica no solo en la incertidumbre económica que genera, sino también en las repercusiones sociales y culturales que puede acarrear.
Colombia ha sido históricamente reconocida por la calidad de su café, considerado uno de los mejores del mundo. Los cafetales de nuestras montañas han dado lugar a una cultura rica y vibrante, donde miles de familias dependen directamente de la producción y comercialización de este grano. Alrededor de 549.000 familias en el país estamos involucradas en la producción de café, lo que representa un sustento para millones de personas. Por lo tanto, cualquier cambio en las dinámicas de exportación puede afectar significativamente la vida de estas familias y comunidades.
Uno de los factores a considerar es la relación comercial entre Colombia y Estados Unidos. Durante años, Colombia ha disfrutado de un estatus privilegiado en el acceso al mercado estadounidense gracias a acuerdos bilaterales que han buscado fomentar el comercio y el desarrollo económico. Sin embargo, con la implementación de este arancel, se pone en entredicho esta relación estratégica. La incertidumbre generada por esta medida puede llevar a los productores colombianos a replantear sus estrategias comerciales y buscar nuevos mercados, algo que no es fácil en un entorno global ya competitivo.
A nivel macroeconómico, las exportaciones de café colombiano han mantenido un crecimiento sostenido, alcanzando un aumento del 18% en los dos primeros meses de 2025. Una caída en estas exportaciones podría tener efectos en cadena, afectando el crecimiento económico del país, así como la balanza comercial y la estabilidad del peso colombiano frente al dólar. Este es un riesgo que no podemos subestimar, especialmente en momentos donde la economía global ya enfrenta varias incertidumbres.
El arancel del 10% impuesto por Estados Unidos a productos colombianos, siendo el café uno de los más perjudicados, amenaza con desestabilizar un sector vital para nuestra economía y cultura. Ante esta situación, resulta imperativo que el Gobierno colombiano actúe con decisión para proteger a nuestros productores, explorando nuevas alianzas estratégicas y fomentando la innovación en el sector agrícola. Solo así podremos garantizar que la riqueza cultural y económica que aporta el café siga siendo parte fundamental de la identidad colombiana, incluso en tiempos de adversidad. Es un llamado a la acción no solo para el Gobierno, sino también para la sociedad en su conjunto, que debe estar atenta y apoyar a quienes son los verdaderos guardianes de nuestras tradiciones y nuestras tierras.
