La Comisión Primera del Senado aprobó en su quinto debate la polémica reforma que permitiría a congresistas cambiar de partido sin perder su curul. La iniciativa, que ha recibido respaldo desde sectores tanto oficialistas como de oposición, deberá superar tres debates más antes del 20 de junio para convertirse en ley. Aunque sus defensores hablan de mayor representatividad, críticos temen una democracia más inestable y personalista.
DIARIO DEL HUILA, NACIONAL
La Comisión Primera del Senado de la República aprobó en su quinto de ocho debates el proyecto de reforma constitucional que permite el transfuguismo político en Colombia, es decir, que un congresista o miembro de una corporación pública pueda cambiar de partido sin tener que renunciar a su curul, como lo exige actualmente la ley. La iniciativa, respaldada por diversas bancadas, aún debe superar tres debates más antes del 20 de junio para convertirse en norma constitucional.
Un cambio de fondo a la estructura de los partidos
Este polémico proyecto modifica una regla clave del sistema político colombiano: la que impide el cambio de colectividad política sin perder la curul. Con el texto aprobado, los miembros de corporaciones públicas podrán, una sola vez por cuatrienio y hasta un mes antes del inicio de inscripciones para elecciones, renunciar al partido por el que fueron elegidos y presentarse por otro, sin incurrir en doble militancia.
La aprobación se dio en medio de un debate en el que se pusieron sobre la mesa tensiones internas en los partidos, la relación entre los ciudadanos y las colectividades, y la necesidad de flexibilizar las normas para responder a la dinámica política actual.
“Hoy la gente vota menos por los partidos y mucho más por los miembros de la lista”, argumentó el senador liberal Alejandro Carlos Chacón, ponente del proyecto, durante la sesión. Su intervención hizo eco de una percepción cada vez más generalizada en el electorado colombiano: la identificación con líderes individuales supera, en muchos casos, la lealtad a las banderas partidistas.
De la teoría a la práctica: ¿una reforma a la medida del Pacto Histórico?
Si bien la propuesta ha sido impulsada por sectores diversos, algunos críticos señalan que responde a intereses del Pacto Histórico, la coalición de gobierno, que desde hace más de dos años ha intentado conformar un único partido político sin lograrlo. Ante ese escenario, el transfuguismo sería una salida para lograr unificar a los diferentes sectores que respaldan al presidente Gustavo Petro, sin que sus integrantes pierdan sus curules por cambiar de colectividad.
Sin embargo, el respaldo al proyecto ha sido amplio y ha trascendido líneas ideológicas. No solo los liberales lo defendieron: la senadora María Fernanda Cabal, del opositor Centro Democrático, también votó a favor. “No sé si cuando un ciudadano ve a un congresista como David Luna, que ha sido elegido popularmente, tener que renunciar obligatoriamente a su curul, no se siente defraudado. Esta norma corrige eso”, aseguró Chacón.
Las voces en contra: preocupación por el debilitamiento de los partidos
No todos los congresistas de la Comisión apoyaron la iniciativa. Carlos Fernando Motoa y Jorge Enrique Benedetti, de Cambio Radical, votaron en contra, advirtiendo que la norma puede profundizar los personalismos y debilitar aún más el sistema de partidos, que ya sufre de fragmentación e inestabilidad.
“La reforma promueve el caudillismo y no fortalece la democracia interna de los partidos. El liderazgo político debería manifestarse dentro de las colectividades, y no buscar salidas individuales que debiliten su estructura”, afirmó Motoa, quien sostuvo que el sistema debe fomentar la representación programática, no el salto de un partido a otro según conveniencia electoral.
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A pesar de esta oposición, otro congresista de Cambio Radical, Temístocles Ortega, votó a favor del proyecto. Cabe recordar que Ortega asumió la curul tras la renuncia de David Luna, quien dejó el Congreso para emprender una carrera presidencial. Este hecho se convirtió en uno de los puntos clave del debate, pues fue utilizado como ejemplo del costo político que tiene actualmente el querer cambiar de rumbo ideológico.
El camino que le resta: reloj en cuenta regresiva
La reforma aún debe ser aprobada en tres debates más: la plenaria del Senado, la Comisión Primera de la Cámara y la plenaria de la Cámara. El plazo límite para que se convierta en norma constitucional es el 20 de junio, cuando finaliza el actual periodo legislativo. Si no logra completarse antes de esa fecha, el proyecto se hunde y deberá empezar de nuevo en la próxima legislatura.
Este tipo de reformas constitucionales requieren ocho debates en total y mayorías calificadas, lo cual representa un desafío político significativo. No obstante, el respaldo logrado hasta ahora sugiere que el proyecto tiene posibilidades reales de prosperar, especialmente si el gobierno y las bancadas interesadas logran mantener la coalición de apoyo.
¿Hacia una democracia más flexible o más caótica?
El debate sobre el transfuguismo es una muestra más de las tensiones entre representación individual y estructura partidista. Quienes defienden la iniciativa sostienen que se trata de reconocer una realidad política: los electores confían en las personas más que en los partidos. Por tanto, permitir el cambio de partido sin penalización fortalecería la representación democrática.
Por otro lado, los críticos advierten que esto puede aumentar el desorden político, dificultar la construcción de consensos programáticos y debilitar la coherencia legislativa. Si los congresistas pueden cambiar de partido sin consecuencias, ¿quién asegura que se mantendrán fieles a los compromisos adquiridos con sus votantes?
Además, esta reforma llega en un momento complejo para la política colombiana, con partidos fragmentados, escasa disciplina interna y baja credibilidad ante la ciudadanía. Por ello, aunque la norma busca adaptarse a la flexibilidad del electorado, también puede alimentar el oportunismo político y hacer más difícil la rendición de cuentas.
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