Aníbal Charry González
Después de la posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, el mundo se pregunta: con qué cara se van a seguir presentando como la primera democracia del planeta, cuando se hizo posible que los volviera a gobernar al frente del decadente imperio y por primera vez en su historia, un convicto por 34 casos de fraude y marrullero compulsivo, que además propició la toma del Capitolio alegando fraude en la elección del presidente Biden, como que The Washington Post afirmara que en su primer período le contaron más de 30.000 mentiras o falsedades, y pretendió auto perdonarse en aplicación de los poderes absolutistas que tienen los mandatarios para perdonar delincuentes, indultando además sin vergüenza alguna a varios miembros de su familia como el suegro de su hija Ivanka, con el pretexto de que sus enemigos podrían atacarlo cuando abandonara al cargo.
En efecto, al tomar posesión de su cargo desplegó su artillería tiránica metiendo miedo al mundo en su propósito de rescatar la antigua grandeza de los Estados Unidos de la mano de un grupo de plutócratas codiciosos, empeñados en hacer de la crematística -estudio de la riqueza medida exclusivamente en dinero, que Aristóteles consideraba como simple acumulación de dinero contra natura que deshumaniza a quienes se dedican a ello-, como el magnate Elon Musk que celebró su posesión con el saludo nazi; arrancando su Gobierno con la estigmatización a los migrantes para desatar su persecución, al mejor estilo de Hitler en 1938 para satanizar a los judíos con la Noche de los cristales rotos que marcó una oleada de violencia en su contra que culminó con el Holocausto.
Y es que Trump, no solo ha propiciado la persecución de los migrantes con la infamia racista de que son una amenaza existencial, -no obstante que su país debe su grandeza en buena parte a su trabajo-, sino que anunció una serie de medidas arbitrarias, como recuperar el Canal de Panamá, anexar a Canadá para convertirlo en el estado 51, comprar a Groenlandia, y decretando una generalizada guerra arancelaria -que después se volverá en su contra porque estamos en otros tiempos-. Parodiando a Simón Bolívar: los Estados Unidos están destinados a plagar de miseria y violencia no solo a América Latina, sino al mundo a nombre de la libertad, de la mano de la vileza política de Trump.








