Por: Franky Vega Murcia
Ser concejal de un municipio es, en teoría, una responsabilidad seria y trascendental. En la práctica, sin embargo, se ha convertido en un cargo que a menudo es ocupado por personas con más ambiciones personales que aptitudes, más compromisos políticos que conocimientos y, peor aún, más obediencia ciega que criterio propio. Pero, ¿qué debería tener realmente un concejal para desempeñar su cargo con dignidad y eficacia? La Constitución y la ley nos dan algunas pistas, aunque la realidad suele dejarlas en el papel.
Aptitudes: Más Allá del Simple Carisma
El concejal es, según la normatividad vigente, un representante de la comunidad. En consecuencia, debería poseer capacidades de análisis, de debate, de legislación y de fiscalización. No se trata solo de hablar bien en un micrófono ni de hacerse notar en redes sociales; un concejal debe saber interpretar presupuestos, comprender normas jurídicas y, sobre todo, evaluar el impacto de sus decisiones en la ciudadanía.
Pero, ¿cuántos concejales realmente cumplen con estos requisitos? La realidad nos muestra que muchos ni siquiera conocen el reglamento interno de su propio concejo municipal. Sin un mínimo de capacidad técnica, un concejal se convierte en un mero espectador de la politiquería y no en un protagonista del cambio.
Actitud: Independencia
Si hay algo que define a un buen concejal, es su capacidad para representar con autonomía a la ciudadanía. Sin embargo, la política local suele estar infectada por el clientelismo, donde los concejales responden más a los intereses del alcalde o de los partidos que a las necesidades de las comunidades.
El artículo 312 de la Constitución establece que los concejos municipales tienen independencia para ejercer sus funciones, pero esta autonomía es, en muchos casos, una quimera. Un concejal que se niega a ser un simple «levanta manos» se expone a represalias, aislamiento o presión por parte de las maquinarias políticas. La pregunta es: ¿queremos representantes valientes, coherentes, independientes que piensen en el interés general o particular?
Conocimientos: La Gran Asignatura Pendiente
Ser concejal no requiere de un título universitario, pero sí de un mínimo de conocimientos en administración pública, derecho y economía. La ley 136 de 1994, que regula la organización de los municipios, establece sus funciones legislativas y de control, pero muchos concejales desconocen o ignoran su verdadero papel.
La falta de formación en temas como planeación urbana, contratación pública y control fiscal convierte a los concejales en presas fáciles del gobierno de turno. ¿Cómo puede alguien fiscalizar el uso de los recursos si ni siquiera entiende cómo se estructuran los presupuestos municipales?
El Concejal que Necesitamos
Un municipio necesita concejales con la capacidad de leer, cuestionar y proponer. No basta con la simple «popularidad» en tiempos de campaña, ni con la fidelidad ciega a una estructura política. Necesitamos liderazgos que desafíen el status quo, que se informen y que comprendan que su poder emanar del pueblo y no de los pactos en los despachos del poder local.
La Constitución y la ley han trazado un camino claro, pero hasta que la ciudadanía no exija representantes con verdaderas aptitudes, actitudes y conocimientos, seguiremos viendo en los concejos municipales a los mismos con las mismas. Basta con que nos esforcemos en nuestra labor para cumplir un papel digno. En mi caso personal me precio de compartir escenario con valiosos concejales que ponen su esfuerzo cada día por ser mejores en su labor y servir con esmero a sus comunidades, pero estoy seguro que podemos dar más por la independencia y el control de lo público.
