La creciente presencia de grupos armados ilegales en la zona rural de Algeciras, Huila, ha encendido las alarmas entre las comunidades y las autoridades locales. Ante el riesgo inminente de desplazamiento forzado en al menos siete veredas, el municipio ha implementado medidas preventivas para evitar una crisis humanitaria.
DIARIO DEL HUILA, PANORAMA
En las últimas semanas, el municipio de Algeciras, en el departamento del Huila, ha sido escenario de intensos enfrentamientos entre el Ejército Nacional y las disidencias de las FARC, una situación que ha generado un clima de incertidumbre y zozobra entre los habitantes de la región. La presencia de estos grupos armados ilegales en las zonas rurales ha puesto en alerta a la comunidad y a las autoridades locales, quienes han manifestado su preocupación por el riesgo inminente de desplazamientos forzados en al menos siete veredas del sector.
El impacto de la violencia en la comunidad
Alexander Martínez, alcalde de Algeciras, ha expresado la gravedad de la situación y el temor creciente entre los pobladores de la zona. “La situación es bastante preocupante; la comunidad está tensa debido a los movimientos observados en la parte rural por grupos no establecidos hasta la fecha. Lo que estamos buscando es evitar al máximo cualquier desplazamiento masivo”, declaró el mandatario municipal.
El miedo se ha extendido principalmente en las veredas de la parte alta de la cordillera, donde se han registrado movimientos sospechosos de grupos armados. Los sectores más afectados incluyen El Bosque, El Torín y La Danta, así como las veredas Perdiz, Tierra y Libertad, todas ellas ubicadas en las zonas limítrofes con el departamento del Caquetá.
Medidas para prevenir el desplazamiento forzado
Ante esta crítica situación, las autoridades locales han intensificado las reuniones con organismos de control y la fuerza pública para diseñar estrategias que permitan mitigar el impacto del conflicto y brindar seguridad a los habitantes. Según Martínez, el objetivo es prevenir que se repitan desplazamientos masivos como los ocurridos en años anteriores, cuando cientos de familias se vieron obligadas a abandonar sus hogares debido a la violencia.
El alcalde ha solicitado la intervención del Gobierno Nacional y los organismos de derechos humanos para fortalecer la presencia institucional en la región y garantizar medidas de protección para la comunidad. Además, ha instado a la fuerza pública a reforzar las operaciones de seguridad y aumentar la vigilancia en las áreas de mayor riesgo.
Historial de violencia en Algeciras
Este municipio, conocido históricamente como la ‘Despensa Agrícola del Huila’, ha sido un punto estratégico para los grupos armados debido a su ubicación geográfica. En el pasado, Algeciras fue un bastión de las extintas FARC y, tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016, ha sido una zona de disputa por el control territorial entre disidencias y otros actores armados.
A pesar de los esfuerzos por consolidar la paz, la reactivación de la violencia ha impedido que los campesinos y productores agrícolas retomen sus actividades con normalidad. El temor a las represalias y a quedar en medio del fuego cruzado ha llevado a muchos habitantes a restringir sus desplazamientos y limitar su actividad económica, afectando seriamente el desarrollo local.
Llamado a la comunidad internacional
Ante la compleja realidad que enfrenta Algeciras, las autoridades locales han hecho un llamado a la comunidad internacional para que se preste atención a la crisis humanitaria que podría desatarse si la violencia continúa escalando. Organizaciones de derechos humanos han advertido sobre la urgencia de implementar mecanismos de protección efectivos para evitar que la población civil quede atrapada en el conflicto.
Mientras tanto, la población de Algeciras sigue en estado de alerta, con la esperanza de que las medidas adoptadas por el Gobierno Nacional y las fuerzas militares logren contener la amenaza y devolverles la tranquilidad que tanto anhelan. Sin embargo, la incertidumbre persiste, y el miedo al desplazamiento forzado sigue siendo una sombra que se cierne sobre las familias que han hecho de esta región su hogar.








