Diario del Huila

¿Hacia dónde vamos?

Mar 22, 2025

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ERNESTO CARDOSO CAMACHO

La dinámica de la política colombiana sigue su curso con toda intensidad. Las marchas convocadas por el presidente Petro resultaron muy nutridas, tal vez mucho más numerosas de lo que esperaba la oposición, hecho que demuestra la capacidad de convocatoria popular que aún mantiene el presidente, a pesar del evidente desgaste que también se percibe en amplios sectores ciudadanos, principalmente por su ineficiencia como gobernante y por los escándalos de corrupción que se están desvelando.  

Es que hay una realidad inocultable. Una cosa es gobernar y otra muy distinta estimular desde el poder una lucha de clases populista y pendenciera que atiza una polarización política; en vez de asumir una postura democrática de diálogo conciliador y convivente, con el cual se permita trabajar en unidad por el bienestar de los ciudadanos, sean estos de izquierda o de centro o de derecha, o simplemente sin afinidad partidista.

Al paso que va la dinámica del gobierno Petro es cada día más claro que es mucho mejor agitador político y social que gobernante, circunstancia que ya se demostró en su paso por la alcaldía de Bogotá.

Por otra parte, es también evidente que la oposición viene incurriendo en una equivocada postura política, cuando se limita al grito de “fuera Petro” como un estribillo sin mayor contenido, cuando los colombianos lo que quieren escuchar es propuestas serias y no demagógicas que les entusiasmen a creer en los desgastados partidos políticos. Los problemas económicos y sociales de nuestra sociedad de hoy, son tan complejos que ameritan propuestas dirigidas a resolverlos y no más promesas vagas llenas de politiquería y clientelismo corrupto.

En estas circunstancias es que la habilidad estratégica, aunque claramente populista del presidente Petro, logra obtener sintonía en una buena parte de los estratos sociales, aunque desde luego con mayor audiencia y receptividad, en los sectores sociales excluidos, marginados y desvalidos de nuestra población.

En este escenario estratégico es que se explica el llamado a la Consulta Popular para el apoyo ciudadano a las reformas sociales del gobierno. Por un lado, se estimula la democracia directa del ciudadano frente a la desgastada clase política que en el congreso le bloquea las reformas. El juego es claro, aunque desde luego peligroso para la estabilidad institucional del sistema democrático.

En conclusión, seguiremos a la expectativa de esta dinámica intensa de la actividad política, por desgracia inmersos en una aguda crisis fiscal del Estado; una volatilidad de la globalización económica; en los crecientes y angustiantes niveles de inseguridad ocasionados por la criminalidad que ha desbordado la capacidad de la fuerza pública y del sistema judicial.

Para colmo de males, dentro de la aguda polarización que invade a la Nación, el sistema judicial aboca el juicio político más delicado de la reciente historia colombiana, en el cual los protagonistas son el expresidente Uribe y el dirigente más destacado del petrismo como sin duda lo es el senador Cepeda.

La consulta popular de Petro constituye sin duda alguna el mecanismo eficaz para medir las fuerzas políticas hoy enfrentadas, ad portas de las consultas internas de los partidos ya convocadas para el 26 de octubre; lego en marzo siguiente la elección del congreso y las dos vueltas presidenciales en mayo y junio de 2026. Allí es donde el presidente se jugará no solo su prestigio si no también la continuidad de sus políticas en el poder.

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