El Grupo de Expertos en Asesoramiento Estratégico sobre Inmunización (SAGE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido sobre las graves consecuencias de los recortes en la financiación de programas de vacunación.
DIARIO DEL HUILA, SALUD
La interrupción de estos programas podría provocar entre 300.000 y 500.000 muertes adicionales cada año, generando un retroceso significativo en los avances logrados en salud pública.
Un panorama preocupante para la inmunización global
Kate O’Brien, directora del Departamento de Inmunización, Vacunas y Productos Biológicos de la OMS, manifestó en una rueda de prensa su «profunda preocupación» por el impacto que tendrá la reducción de recursos en niños, adolescentes y adultos. Según O’Brien, los cambios en la disponibilidad de fondos están poniendo en peligro programas esenciales de vacunación, justo cuando muchos países intentan recuperarse de los efectos de la pandemia de Covid-19.
Los expertos de SAGE señalaron que estos recortes ponen en riesgo el cumplimiento de los objetivos de la Agenda de Inmunización 2030 (AI2030). En respuesta, han propuesto aumentar la promoción de la vacunación, fortalecer un enfoque centrado en los países y fomentar alianzas interinstitucionales para contrarrestar los efectos de la crisis.
Desafíos en la vigilancia y cobertura de enfermedades
Uno de los puntos críticos abordados por SAGE es la caída en la cobertura de la vacuna contra el sarampión, la vigilancia epidemiológica y la capacidad de respuesta a brotes. La Alianza Gavi ha anunciado que en 2026 lanzará una estrategia para fortalecer los programas nacionales de vacunación y reducir el número de niños sin inmunizar.
El VPH es otra prioridad en la agenda global. La iniciativa de vacunación busca inmunizar a 86 millones de niñas para finales de este año, con avances significativos en la región del Sudeste Asiático. Sin embargo, los recortes podrían frenar estos esfuerzos, dejando a millones de niñas sin protección contra el virus.
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Expertos en salud advierten sobre el impacto de los recortes en programas de vacunación globales.
El resurgimiento de enfermedades prevenibles
La erradicación de la polio sigue siendo una meta crucial. La OMS ha invertido 800 millones de dólares en vacunas antipoliomielíticas inactivadas, pero la transmisión del virus persiste en Pakistán y Afganistán. SAGE ha alertado sobre la expansión del poliovirus tipo 2 derivado de la vacuna a nuevas regiones, incluyendo países europeos, lo que hace urgente mejorar la cobertura de inmunización.
El sarampión también ha resurgido, lo que podría derivar en brotes de gran magnitud si los recursos sanitarios continúan desviándose. Asimismo, los expertos han mostrado su preocupación por la disminución en la financiación para el control del VIH, lo que podría aumentar las infecciones y la vulnerabilidad de personas con VIH no diagnosticado.
En cuanto a la mpox (antes conocida como viruela del mono), los casos continúan en ascenso, especialmente en África. Cinco países han iniciado programas de vacunación, pero enfrentan problemas de suministro. La OMS ha autorizado el uso de una dosis única o fraccionada intradérmica de la vacuna MVA-BN en situaciones de brotes con escasez de suministros.
Estrategias para prevenir enfermedades neumocócicas y la varicela
SAGE ha reafirmado la importancia de una alta cobertura con tres dosis de vacunas antineumocócicas conjugadas para prevenir la enfermedad neumocócica infantil. Aunque la OMS ya ha precalificado varias vacunas como PCV10 (‘Synflorix’, de GlaxoSmithKline) y PCV13 (‘Prevenar13’, de Pfizer), los expertos han destacado la eficacia de una tercera vacuna, Pneumosil, del Serum Institute of India.
Para la varicela, SAGE recomienda un esquema de dos dosis con un intervalo de cuatro semanas entre cada una, especialmente en poblaciones con alta incidencia de la enfermedad. Además, sugiere la vacunación en grupos de alto riesgo, como personas inmunodeprimidas.
Por otro lado, se ha recomendado el uso de la vacuna recombinante contra el herpes zóster en adultos mayores y personas con enfermedades crónicas o inmunodeprimidas, siempre que la enfermedad represente un problema de salud pública en el país.

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