Por: Johan Steed Ortiz Fernández
¡Qué daño tan tremendo nos acaba de hacer Esperanza Andrade a los trabajadores en Colombia! El haber firmado la proposición de archivo de la Reforma Laboral, sin ni siquiera haber permitido el debido debate de la misma, es una jugada absurda, de una congresista que debe responder a los intereses de la gente y especialmente a la clase trabajadora, obreros, campesinos, madres cabeza de hogar, madres comunitarias, mujeres y jóvenes.
Duró casi tres años esperando volver al Senado, luego de quemarse hace cuatro años porque la gente ya no le quiso votar como antes, y llegó a eso. ¡Qué vergüenza haber votado por ella y sentirse tan mal representado! Porque una cosa es que vaya al Congreso a calentar un puesto y a ganarse 50 millones de pesos al mes, y otra es que su primera actuación como senadora sea participar de una jugadita como esta, disque para hacerle daño a un gobierno, cuando de fondo uno sabe, que la reforma busca generar mejores beneficios a los trabajadores. Y no soy Petrista y los que me conocen lo saben, pero da rabia que hayamos sumado una nueva senadora que represente los intereses especialmente de más de un millón de huilenses, y que eso no nos represente ninguna gestión para apalancar recursos o inversiones, ni mucho menos a proyectos que mejoren los indicadores de pobreza multidimensional (educación, agua y saneamiento, salud, vivienda, servicios públicos básicos e infraestructura, empleo, protección social y medio ambiente), como tampoco proyectos estratégicos que impacten el desarrollo económico del huila, como son las vias terciarias, y mucho menos gestiones que no nos afecte a los colombianos que trabajamos cada día.
Y es que esta reforma plantea, por ejemplo, establecer contratos a término indefinido como la modalidad general de contratación, limitando los contratos temporales como las órdenes de prestación de servicio. Así mismo, plantea que las jornadas semanales de trabajo, ya no sean de 48 horas sino de 42, este año la jornada pasara a 44 horas laborales a la semana, esto es lo que debe saber a partir del 15 de julio de 2025, Colombia experimentara un cambio importante en la estructura de su jornada laboral, como parte de la implementación de la ley 2101 de 2021, como ya existe en muchos países de primer mundo.
También busca remunerar mejor las jornadas nocturnas y las dominicales. Las nocturnas las empezarían a pagar desde las 7:00 pm y no a las 9:00 pm como está actualmente; y las dominicales y festivas se aumentaría del 75% al 100% el recargo salarial para el trabajador.
Otro aspecto interesante es fortalecer la unidad familiar, mejorar las licencias laborales como la de paternidad, el cual pretende equiparar las licencias de maternidad y paternidad para disminuir la brecha laboral de género y equilibrar el tiempo para disfrutar con sus hijos las primeras semanas de nacido.
Y como estas, se plantean temas como la estabilidad laboral y contratos, formalizacion del empleo, horas extras, teletrabajo, y economía digital, formalización de las madres comunitarias, estabilidad reforzada para trabajadores con discapacidad, entre otras modificaciones, para que todos y todas en el país, tengamos mejores condiciones. Una reforma, que considero necesaria pero a la que bien podría haberse opuesto Esperanza Andrade, pero desde el debate en la comisión Séptima, y no de esta forma como lo hizo.
Por eso, a quienes nos gusta la democracia debemos ejercerla a través del debate, el dialogo, la concertación, con argumentos técnicos, jurídicos y financieros para que se construya un futuro prospero para las nuevas generaciones donde reine la equidad, igualdad y se cierren las brechas sociales, y nuestro país deje de ser clasificado como el mas desigual del mundo.
Ahora gracias a esa jugada, el gobierno está convocando a la gente a protestar en las calles, para ambientar una consulta popular que le permita a la gente decidir. Una plataforma política que fortalecerá a la izquierda de cara a las próximas elecciones, y le dará vida al presidente Petro. Es decir, una doble embarrada lograda por Esperanza, que nos hace decir con vehemencia: ¡No más Esperanza Andrade!








