Por: Luis Alfonso Albarracín Palomino
El calentamiento global es un concepto que durante las últimas décadas ha tenido una relevancia en los escenarios académicos y políticos, sobre los efectos que se reflejan en el ambiente que afectan el bienestar de las personas que habitamos el globo terráqueo. De acuerdo con lo expresado por expertos investigadores en el campo académico relacionados con el clima, es producto de la alteración o desequilibrio energético entre la energía solar entrante y la energía remitida por la tierra hacia el espacio. La recibida por la tierra desde el sol, debe estar en balance con la radiación emitida desde la superficie terrestre, o sea, debe haber un equilibrio energético. Cualquier factor que genere un cambio sostenido entre la cantidad de energía que entra al sistema (en este caso la tierra y la atmósfera) y la energía que sale del sistema, puede generar una modificación de la temperatura en las regiones. Los procesos naturales que generan este fenómeno universal han venido afectando a toda la humanidad durante miles de años.
La sociedad colombiana, soportó intensas sequías que generaron un panorama desalentador por las altas temperaturas que provocaron la disminución de ríos y quebradas, afectando el suministro de agua a los acueductos municipales, disminución de los embalses y a los cultivos de productos agrícolas. De acuerdo con estadísticas promulgadas por la Unidad Nacional de la Gestión del Riesgo, se registraron cerca de 9 mil eventos en 1.024 municipios, la mayoría asociados a incendios forestales. Tras un balance entregado por la Sala de Crisis Nacional de esta dependencia, en 2024 los incendios forestales fueron los eventos más recurrentes en Colombia, con 6.293 casos y más de 216 mil hectáreas afectadas. Y con la temporada de lluvias que ocurrieron, hubo 438 vendavales, que dejaron a más de 110 mil personas damnificadas y 174 crecientes súbitas, que afectaron 52 mil familias. Por tal motivo, los incendios forestales, inundaciones y movimientos en masa, fueron las emergencias más frecuentes en Colombia durante la vigencia anterior.
Actualmente eestamos sintiendo los efectos del cambio climático global, que se está manifestando por la presencia de oleadas invernales y por altas temperaturas que suceden en algunas regiones del país. Mientras la sociedad colombiana se desgasta en debates, a menudo manipulados y estancados, las imágenes de los crudos desastres que están ocurriendo en Colombia, están afectando la supervivencia de las familias y daños en la dinámica productiva, mientras los políticos están viendo impotentes la magnitud de un reto para el que no estamos preparados. Son un contraste contundente. Aquí nace la importancia del papel que debe desempeñar la academia para apoyar la estructuración de estrategias tendientes a fortalecer la cultura ambiental, planificación territorial y apoyar las medidas prevención tendientes a minimizar los riesgos que se llegasen a presentar en hogares, ante la ocurrencia de eventos naturales y antrópicos. Y como si fuera poco, el Ideam y otros organismos mundiales de meteorología, están informando que el fenómeno de la niña terminará en tres meses y empezará el del niño, a mediados del presente año. Estas noticias apocalípticas nos generan una mayor preocupación, por las nefastas consecuencias que provocan contra la supervivencia de los seres vivos y la afectación a la dinámica productiva del país.








