Ruber Bustos Ramírez
En el Huila, la agricultura ha sido siempre el motor de nuestra economía. Hoy, los productores de arroz atraviesan una situación complicada debido a los bajos precios del grano, lo que ha llevado a que sus voces se vuelquen a las calles, buscando soluciones que aún no llegan. El arroz es un alimento esencial en la mesa de los colombianos, y quienes lo cultivan se encuentran en una encrucijada, pues las dificultades del sector no han sido atendidas de manera efectiva.
El gobierno ha manifestado su voluntad de dialogar, y este es el momento de que ese diálogo se traduzca en acciones concretas. Las familias campesinas necesitan ser escuchadas para poder continuar con su labor, que no solo sostiene a sus hogares, sino que también abastece a millones de colombianos. Lo que está en juego no es solo la estabilidad de un sector, sino la seguridad alimentaria del país y el bienestar de quienes trabajan la tierra.
Este contexto también nos permite resaltar la importancia de mecanismos de protección para los productores agrícolas, como lo es la garantía de compra que ofrece la Federación Nacional de Cafeteros. Este sistema asegura que todo caficultor pueda vender su cosecha a un precio de referencia, evitando la incertidumbre del mercado y permitiendo que las familias dedicadas al café tengan estabilidad económica. La garantía de compra opera a través de una red de cooperativas y puntos de compra establecidos por la Federación, que adquieren el grano de los caficultores a precios justos, protegiéndolos de las fluctuaciones internacionales y garantizando la sostenibilidad del sector.
Es el momento de que, tanto en el sector arrocero como en otros campos del agro, se fomente un diálogo abierto y constructivo, que permita encontrar soluciones que beneficien a todos. El futuro del campo depende de que esos espacios de conversación se mantengan y se fortalezcan, siempre en búsqueda del bienestar de las familias campesinas.
