Por: Mario Solano
La principal arma, la más potente en la historia del ser humano, es sin duda la palabra, esta es la herramienta más poderosa del ser humano, más que misiles o bombas, ha creado revoluciones y ha destruido imperios, ha sido determinante en el triunfo de la evolución del ser humano, hoy se encuentran algunos políticos en una guerra verbal, a pesar que, hablan de paz, manejan lenguaje de odio, de división, estimulan a sus seguidores a la violencia, les fascina decir que aman la paz, pero estimulan a sus seguidores con lenguaje a ser violentos. Las religiones, ideologías y valores colectivos se cimientan en relatos que, las generaciones transmiten. el lenguaje puede liberar, como también puede oprimir. La manipulación discursiva ha sido utilizada a lo largo de la historia para justificar guerras, dictaduras y discriminaciones. La propaganda política, con discursos de odio, tienen el poder de dividir a ricos y pobres, empresarios contra trabajadores, a blanquitos contra otros colores de raza. Las noticias falsas y la desinformación, han demostrado cómo pueden generar caos social y socavar democracias, lo vivió Colombia con el famoso paro social por subir la gasolina 200 pesos, una hace unos años, se conformó la primera línea, destruyendo infraestructura, asesinando a inocentes y, por eso algunos están pagando cárcel, fueron motivados con la palabra y hoy en la cárcel, dicen estar arrepentidos. Sin embargo, si la palabra puede oprimir, también puede liberar. Las grandes revoluciones han comenzado con manifiestos escritos y discursos incendiarios. «Tengo un sueño» de Martin Luther King Jr., «Nada tenemos que temer salvo al miedo mismo» de Franklin D. Roosevelt, y «El pueblo unido jamás será vencido» son ejemplos de cómo las palabras pueden movilizar grandes masas. En la era digital, el poder del lenguaje en las redes sociales, permiten que cualquier persona pueda difundir un mensaje, verdadero o falso y, generar un gran impacto. La palabra es un arma de doble filo. Por eso la responsabilidad de cómo utilizamos el lenguaje, en campaña política, es más crucial que nunca. Cada palabra pronunciada o escrita tiene consecuencias. Las narrativas pueden manipular emociones y percepciones. Así, que todos debemos reconocer que, más allá de la pistola y el fusil, la palabra sigue siendo el arma más poderosa de todas.
