Las reiteradas quejas de los pacientes que acuden a las EPS para que les autoricen una atención médica adecuada, para que las enfermedades que les aquejan sean atendidas con eficiencia y eficacia por el personal médico. Inclusive si se requieren tratamientos quirúrgicos y el suministro de medicamentos, que actualmente están generando grandes frustraciones a los enfermos porque les son negadas sus peticiones. Aquí empieza el verdadero viacrucis, porque la negligencia administrativa de estas dependencias se ha vuelto paisaje, ante los dramas humanos que se presentan. El sistema de salud se encuentra asfixiado, con deudas tan grandes e intervenido, necesita recursos, pero un aumento del 16 % en la UPC es irreal dado el estado actual de las finanzas públicas. El motivo no es otro que el deterioro observado en los últimos meses, el cual se expresa en indicadores como las quejas de los usuarios. Según la cifra más reciente, éstas van en 6.200 diarias con una clara tendencia al alza, una estadística que casi duplica los niveles de un año atrás y resulta ser la más alta desde que existen registros al respecto.
Así las instancias oficiales digan lo contrario, el deterioro se ha magnificado. Desde el punto de vista financiero, las pérdidas acumuladas de estas entidades superan ya los ocho billones de pesos y el patrimonio negativo está por encima de siete billones, lo cual las hace inviables en las condiciones actuales. Y los platos rotos los pagan los pacientes que acuden a las instituciones prestadoras de salud o a los centros hospitalarios del país. Por donde se mire, las luces de alerta roja brillan con fuerza en el tablero de control del sector. En lo que atañe a las EPS, las intervenciones realizadas por la Superintendencia Nacional de Salud han llevado a que más de 29 millones de personas estén afiliadas a firmas controladas por el Ejecutivo, sin que la situación mejore.
Situaciones presentadas como la ocurrida hace dos días en esta ciudad, donde una mujer, que no recibió suficiente información para detectar signos de alarma en la parte final de su embarazo y en medio de la angustia, la ayuda de familiares y vecinos dio a luz en su casa mientras su esposo llamaba desesperadamente una ambulancia que jamás llegó; al final, y casi que obligada por la policía llegó una, pero que no tenía ni el personal, ni tan siquiera una pinza para cortar el cordón umbilical. Pero la historia no termina ahí, lo que iba a vivir esta mujer ni se lo imaginaba. Posteriormente, continuo su viacrucis para que fuera atendida oportunamente por la clínica que le generaron dificultades para que obtuviera atención oportuna y eficaz. Lo anterior no puede volver a suceder. Es indispensable que el gobierno nacional, gire los recursos adeudados que conduzcan a mejorar las condiciones financieras a las EPS.
