En una organización pública o privada, los resultados de su accionar durante un periodo de tiempo, se miden por el comportamiento de los indicadores de gestión.
Son análisis objetivos, donde no se involucran sesgos ideológicos ni juicios de valor subjetivos. Son reales, porque muestran su desempeño, de acuerdo con las políticas empresariales formuladas e implementadas con antelación, manteniendo siempre el trabajo en equipo, para buscar la optimización de los recursos utilizados. En el caso del sector estatal, los indicadores de gestión pública son herramientas que permiten medir el desempeño del gobierno, evaluar la eficiencia de los servicios y optimizar la gestión de recursos.
Son fundamentales para garantizar la transparencia y la rendición de cuentas.
Así se hacen a través de una construcción cuantitativa objetiva, transparente, rendición de cuentas, eficiencia y efectividad, diseño de intervenciones públicas.
Igualmente, se deben incorporar en cada una de las fases del ciclo de gestión pública: planeación, programación presupuestación, ejecución, seguimiento y evaluación.
En la semana anterior, el Dane presentó las cifras de la balanza comercial al cierre de 2024, el compilado muestra que el país registró un déficit de US$10.811 millones, que representa un aumento de 11,7%, comparado con el reporte de 2023. Solamente en diciembre, el comportamiento de la balanza dejó un déficit de US$835 millones.
Con ello, se refleja un deterioro en la balanza comercial de pagos. La caída de las exportaciones en el país sugiere desafíos importantes, en la competitividad del sector externo, que son originadas por los precios de las materias primas, menor demanda externa o barreras logísticas y arancelarias.
Además, los permanentes bloqueos de las vías que conducen a los puertos, y la creciente extorsión a las empresas nacionales y extranjeras, contribuyen para que se presenten obstáculos para el normal desempeño empresarial en el país.
Igualmente, dentro de las 39 actividades industriales y comerciales encuestadas por el Dane y que forman parte del PIB nacional, 28 reportaron variaciones negativas en su producción real. Así lo están informando todos los medios de comunicación. La industria que, junto al sector comercial, son los mayores generados del empleo formal en el país (80%) y que paga el 83% de los tributos a la Dian, representaron otro decrecimiento el año anterior, que fue otro periodo para el olvido en el país.
También registró una caída de 2% en la producción real de las ramas manufactureras en comparación con el 2023. En materia de ventas reales, el descenso fue de 1,9% y del personal ocupado, un 0,8%.
No quiero generar un ambiente hostil al gobierno nacional, con estos comentarios. Me preocupa como analista económico los resultados que están presentando los indicadores económicos durante la vigencia de 2024. La actividad económica correspondiente a la fabricación de vehículos y sus motores presentó una contracción del 38,1% el año pasado, mientras que las autopartes bajaron 17,1% y la fabricación de minerales no metálicos, aumentaron un 8,1%. Del lado positivo, la trilla de café subió 10%, producto de los favorables precios internacionales del grano y la fabricación de otros tipos de transporte que aumentaron un 25% en 2024. Analistas de la revista Portafolio, coinciden que el año anterior constituye un segundo año con un desempeño negativo de la industria colombiana: en 2023 la caída fue del 4,9%.
Lo anterior implica 24 meses de datos negativos en ventas y en producción. Si bien es cierto que la economía mostró señales de reactivación el año pasado, esa recuperación fue heterogénea y jalonado por un par de ramas no tradicionales. Sectores como las industrias manufactureras y el comercio, que en crisis pasadas sacaron a la actividad económica del pozo; esta vez no están cumpliendo con ese rol.
Esta tarde, el Dane promulgará la tasa de crecimiento del PIB el año anterior. Expertos prevén que este indicador, estará ligeramente superior al 2%.








