Por: Álvaro Hernando Cardona González
El gran debate ambiental debe seguir siendo, cómo ajustamos el Desarrollo Sostenible a las realidades que imponen las necesidades económicas. Hay quienes sostienen que hay que proteger a los animales, al aire, el agua, o las plantas a como dé lugar. Bastantes hipócritas, pues cuando se les dice que los páramos, los santuarios de flora y fauna, los parques naciones o regionales y las zonas de recarga deberían ser estatales y excluir las actividades de explotación económica allí, entonces se oponen.
Olvidan que toda acción del hombre genera un impacto, gústenos o no; desde sudar hasta la acción de cocinar los alimentos. Hay que saber diferenciar: 1) las personas son parte importante del ambiente; 2) en el ambiente todas las cosas están interrelacionadas y; 3) es inescindible que la economía depende del ambiente.
Un ejemplo. Imaginemos que una industria está contaminando mucho y no hace nada para evitarlo. Para algunos la mejor alternativa es pedir al gobierno que cierre esa fábrica. Resultará que eso también afectará al núcleo humano dependiente de esa actividad económica porque entonces habría familias sin empleo. Y no sólo esto es socialmente muy malo, sino que también trae pobreza que a su vez trae consigo enfermedades, hambre y más deterioro de nuestro entorno (por ejemplo para tratar de evitar el pago de servicios públicos, se usará leña para el fuego, no se implementarán o utilizarán los alcantarillados, o se invadirán más zonas estratégicas de conservación).
La pregunta es ¿qué pasa si buscamos otra solución que proteja a la comunidad, a la naturaleza y a la vez evite que esa industria se cierre? Claro, es lo ideal; pero no siempre ello es posible porque a veces hay empresas, como las del ejemplo, que son muy irresponsables ante las que no podemos ser flexibles cuando ponen en riesgo la salud de la población.
Ahora, también hay quienes creen que hay que volver a vivir como antes para no consumir tanto. Hasta hace poco, no era común que una familia tuviera lavadoras, secadoras, automóvil, licuadora, etc. Las cosas eran bastante distintas y muchas veces todo eso era más amigable con el ambiente natural. Pero no estamos dispuestos a volver a vivir como en el pasado; y gracias a los avances de la ciencia y la tecnología es que vivimos más años, menos niños mueren de enfermedades infecciosas, hemos logrado un mayor confort, ha disminuido la pobreza mundial, etc. Algunos cambios son buenos, pero otros no.
Por lo anterior, es que se reflexionó en las Naciones Unidas sobre cómo hacer para que tengamos un futuro mejor sin tener que vivir como en el pasado y en el que el crecimiento económico tenga relevancia, aunque no lo sea todo. Entonces sí hay una salida racional: el Desarrollo Sostenible.
