Diario del Huila

“Por un mal entendimiento”

Feb 1, 2025

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AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO

Ya nos lo cantó José Alfredo Jiménez con su música ranchera, cuando dice que “así acabaron dos vidas, por un mal entendimiento” y qué decir de las relaciones de dos países y la afrenta que los mismos medios de comunicación se encargan de difundir en uno y en otro sentido, para acabar con las relaciones internacionales y la economía de sus naciones, quizá por una reacción del proceder de unos y del entender de otros.

Para muchos el acto del presidente de los colombianos fue un acto de gallardía al envalentonarse contra el dictador de turno del coloso del norte, en tanto que la reacción de aquel, en el entendido de amenazar y ordenar el cierre del proceso de visas para los que estaban a la expectativa de viajar a cumplir “el sueño americano”, se paralizó y se anunció además la suma de una serie de sanciones económicas que han de presentarse muy pronto, tanto en aranceles como en las partidas del presupuesto norteamericano para el gobierno colombiano, no se hicieron esperar

No olivemos que después de Centroamérica, Colombia ocupa el segundo lugar en ayudas económicas para luchar contra las drogas, sin perjuicio claro está, del apoyo inconmensurable que destina en el presupuesto de guerra para alentar las guerras internacionales como la de Ukrania y de Israel, entre otros tantos conflictos que son alimentados por Norteamérica en nuestro planeta.

Nos quedan interrogantes y muchos cuestionarios se pueden hacer para tratar de dimensionar las posiciones asumidas por cada uno de los mandatarios, hasta el punto de que poco a poco, se pueda develar la verdadera historia que generó todo este conflicto, cuando se advierte que se tenía estipulado y se sabía, como ha sucedido anteriormente, que Estados Unidos, ha venido deportando a los colombianos que “huyen” de nuestras tierras buscando “asilo”, o tratando de alcanzar parte de ese peregrino cuento de “vivir el sueño americano”

Pero que de un momento a otro, se lograra establecer que ese grupo de deportados estaban siendo tratados como delincuentes, eran objeto de toda clase de intimidaciones, de vejámenes y de actos deshumanizantes, hasta el punto que fue necesario pedir un trato digno en su favor y un rechazo para que se llevara a cabo el desembarco en tierras colombianas, para que éste se realizara conforme lo estableció el presidente colombiano, es muy sintomático de que realmente hubo irregularidades y procedimientos que no se compadecían con el proceder del imperio del norte.

Que la extorsión, el amedrantamiento o la amenaza de cerrarle las puertas a los representantes del gobierno, a los connacionales y generar toda una pantomima de intimidaciones económicas para desestabilizar el panorama de la economía colombiana, fueron sin lugar a dudas, parte de esa enfermiza teoría de que el “poder lo puede todo.”

La historia de las relaciones comerciales, políticas y de subordinación que hemos vivido a lo largo de los gobiernos que nos han antecedido y la situación de inferioridad económica y de un pueblo lacayo que ha sido vapuleado por guerras intestinas desde el siglo pasado en nuestra patria, es suficiente para entender que nosotros mismos somos insensibles y somos la gran parte de nuestras vidas “apátridas en nuestra propia tierra”, para gusto de los que siempre han estado enseñados a esclavizarnos y someternos a su antojo. A buen entendedor, pocas palabras.

Lo único que nos queda esperar, es que no se repita la poética frase de José Alfredo Jiménez, cuando advierte: “De pronto los dos cayeron, Haciendo cruz con sus brazos…”

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