Alfredo Vargas Ortiz
Orgullosamente Abogado y Docente de la Universidad Surcolombiana
Doctor en Derecho, Universidad Nacional de Colombia
La reciente crisis entre el expresidente Donald Trump y el presidente de Colombia, Gustavo Petro, pone en evidencia una reinterpretación de la afamada Doctrina Monroe, promulgada hace más de 200 años en los Estados Unidos. Esta doctrina fue presentada el 2 de diciembre de 1823 por el entonces presidente James Monroe (1817-1825) en un discurso ante el Congreso estadounidense. En ese momento, se consolidó la idea de que los Estados Unidos se erigirían como «el policía de América», rol que desempeñaron de manera crucial durante la Guerra Fría a través de estrategias como el Plan Cóndor, el cual facilitó la instauración de dictaduras en países como Chile, Argentina, entre otros de Centro y Suramérica.
Con un mandatario alimentado por ideologías de extrema derecha, se busca ahora reforzar la idea de que América sea exclusivamente para los estadounidenses. Esto se traduce en la imposición de la hegemonía económica y militar de los Estados Unidos sobre las demás naciones del continente, subordinándolas a sus intereses.
Este desafortunado escenario debería ser aprovechado por las naciones afectadas para construir una agenda común que exija respeto y dignidad por parte del país del norte. Canadá, por ejemplo, ha sido amenazada con aranceles del 25%; México enfrenta el cierre de fronteras y deportaciones masivas, además de la polémica intención de cambiar el nombre del Golfo de México por el «Golfo de las Américas». Colombia, liderada por el presidente Petro, ha reclamado un trato digno para sus migrantes, mientras que Brasil se suma a estas exigencias. Cuba, por su parte, sigue enfrentando el endurecimiento del bloqueo económico, y Panamá, soberano administrador del Canal de Panamá, ha sido objeto de reiteradas amenazas de intervención por parte del expresidente Trump. Estas y otras agresiones afectan no solo a Latinoamérica, sino también a naciones de Europa, lo que refuerza la necesidad de una alianza internacional para contrarrestar estas políticas.
Gracias a las acciones de Trump, el sueño de Bolívar de una región libre y soberana debería cobrar más fuerza. Si esta arbitrariedad persiste, los países de la región no tendrán otra opción que buscar el respaldo de organizaciones como los BRICS+, un grupo político y económico de países emergentes que constituye una alternativa al G7. Este bloque, inicialmente formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, representa actualmente el 40,4 % de la riqueza mundial (medida en paridad de poder adquisitivo) y al 51 % de la población global.
Es hora de diversificar nuestras economías, ampliar horizontes comerciales y garantizar la seguridad y soberanía alimentaria. Mirar hacia el sudeste asiático y fortalecer las relaciones con economías emergentes puede ser el camino para dejar de ser el «patio trasero» de los Estados Unidos. Solo así podremos consolidarnos como una región soberana, capaz de exigir a cualquier potencia un trato respetuoso y digno para nuestros pueblos.








