Diario del Huila

Estado Fallido

Ene 25, 2025

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ERNESTO CARDOSO CAMACHO

Este concepto de la ciencia política ha sido definido para señalar la pérdida de su capacidad para ejercer control territorial y con ello, la presencia activa de sus instituciones para la prestación oportuna y eficiente de los servicios esenciales a su cargo.

Tal expresión refleja la opinión de expertos, políticos, periodistas y columnistas para describir las fallas del sistema democrático en donde el gobierno que administra los asuntos del Estado, pierde su capacidad de impulsar y estabilizar la economía; controlar la criminalidad y el terrorismo; garantizar la justicia; perder el equilibrio fiscal entre los ingresos y los gastos que conducen a los altos niveles de la deuda pública; en fin, cuando las crisis institucionales se hacen persistentes y la respuesta de la política es superada por la corrupción, el clientelismo y la polarización.

En nuestro caso, esa debilidad institucional ha venido acrecentándose en forma dramática, principalmente por la crudeza de la violencia, la criminalidad y la inseguridad ciudadana estimuladas por el narcotráfico y la minería ilegal; en donde el dinero fácil ha seducido y permeado todos los niveles de la sociedad que claramente se observan o se manifiestan en la codicia por el dinero y el poder.

Lo más grave y preocupante es que la pérdida de valores y principios que han caracterizado nuestra nacionalidad, nos ha conducido a una especie de conformismo y resignación en donde ya nada sorprende y los liderazgos sociales, culturales y políticos han sido superados por la cruda realidad. Salimos de un escándalo y la reacción ciudadana es rápidamente superada por otro igual o peor. Es decir, estamos sufriendo una especia de amnesia colectiva en donde nuestra memoria histórica se pierde arrollada por la mentira, la demagogia y la polarización ideológica.

La historia de la humanidad enseña que cuando las sociedades llegan a ese tipo de situaciones degradantes, es cuando precisamente se destruye la democracia y florecen las autocracias que fácilmente mutan hacia dictaduras y tiranías.

Una mirada objetiva desprendida de sectarismos ideológicos o políticos nos debe conducir a la reflexión. Y en ella, asumir posiciones beligerantes para cuestionar, controvertir y exigir responsabilidades que permitan consensos hacia soluciones reales con las cuales podamos salir del atolladero institucional.

Es curioso observar como en esta polarización acrecentada por la llegada de Petro al poder por la vía democrática, los partidos políticos históricos y sus nuevas derivaciones, han perdido el norte y se encuentran confundidos y sin liderazgos que tengan la capacidad de generar y construir consensos. Como también es curioso observar que Petro, de manera recurrente, invoca la célebre frase de Alvaro Gómez “El Acuerdo sobre lo Fundamental”.

Quizá esas curiosidades o paradojas puedan estar reflejando una necesidad inmersa en nuestra memoria colectiva, en relación con aceptar que, a pesar de sus virtudes y aciertos; la Constitución del 91 ha agotado buena parte de sus estructuras y por ello, resulte imperativo aceptar que exige ciertas reformas igualmente estructurales a través de los mecanismos previstos en ella. Pero claro, desafortunadamente, es inevitable aceptar también que, con los mecanismos actuales es casi imposible lograrlo, dado que es cierta la expresión según la cual, la soberanía que radica en el pueblo fue explícitamente castrada por los constituyentes del 91 al consignar que, cualesquiera de sus mecanismos, debe necesariamente pasar primero por el Congreso.

Entonces es inevitable reconocer que la anterior afirmación es objetivamente cierta, puesto que ante la indudable realidad institucional que padecemos, al borde de constituirnos en un Estado Fallido; los políticos desgastados por su ineficacia y corrupción, los cuales dicen representar esa soberanía popular; no aceptarán jamás que ellos son la talanquera que impide las reformas y prefieren mantener sus privilegios.

La única opción real posible en estas circunstancias es el Acuerdo sobre lo Fundamental pero desde luego este requiere sin duda alguna, grandeza y generosidad de quienes manejan el país en todos sus aspectos, el político, el económico, el social, el cultural y el ambiental, de los cuales, por desgracia, el político es la llamada “mula muerta”, dado que sin ellos por estar atornillados en el Congreso, jamás aceptarán que su poder sea disminuido o regulado en beneficio de las mayorías ciudadanas.

Esta dolorosa realidad nos recuerda una célebre frase de autor desconocido: “en ciertas democracias el pueblo elige a sus propios verdugos”. 

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