La peor crisis de desplazamientos que se ha presentado en la historia republicana es la que está viviendo la población del Catatumbo, provocada por el enfrentamiento armado entre los grupos subversivos de las Farc y el ELN. De acuerdo con cifras de la defensoría del Pueblo, más de 35 mil personas han huido de estos enfrentamientos sangrientos que se vienen sosteniendo desde hace 10 días en dicha región. Cerca de 100 personas han sido asesinadas salvajemente. La impotencia del Estado se ha visto reflejada, porque no se ha podido recuperar el control la autoridad para superar estos dramas humanos, que diariamente la sociedad colombiana, está observando a través de los medios de comunicación y redes sociales. En volquetas se transportan los cadáveres de las personas afectadas por esta violencia, como si fueran materiales de construcción. Es inhumano la irracionalidad de esta guerra, que jamás se había presentado en Colombia. Por tal motivo, el gobierno nacional ha tomado la decisión de Decretar la Conmoción Interior para tener herramientas jurídicas y económicas, que conduzcan a contrarrestar esta guerra absurda.
El martes próximo el Senado de la República ha sido convocado para el análisis y aprobación de esta normatividad expedida por el gobierno nacional y que será revisada por la Honorable Corte Constitucional. Los medios televisivos, están difundiendo estas imágenes dantescas. Y no son solo los combates, escapan de la persecución que el ELN, sobre todo, ha desatado contra excombatientes de las Farc, líderes sociales y cualquier persona que a juicio de ellos sea sospechosa de tener algún vínculo con sus enemigos de las disidencias de las Farc, en particular el frente 33. Igualmente se han focalizado en asesinar a los firmantes del Acuerdo Renegociado de Paz. No hay derecho que volvamos a revivir los momentos aciagos que vivió la sociedad colombiana hace más de cinco lustros y que el expresidente Alvaro Uribe Vélez, en sus dos mandatos logró la seguridad para todos los colombianos.
Esta decisión gubernamental, aunque tardía era indispensable tomarla. Hemos sido reiterativos, que dichas organizaciones narcoterroristas, que han estado sentados en las mesas de diálogos para buscar la paz total en el país, no eran los angelitos de la guarda. Son criminales. El error histórico del Estado fue haberles entregado concesiones de manera unilateral para suspender las acciones militares para contrarrestarlos. Igualmente, el debilitamiento progresivo de las fuerzas militares y de la logística aerotransportada, han generado que estas organizaciones en muchas ocasiones estén desbordando la capacidad de respuesta del Estado. También haber liberado de las cárceles a los lideres subversivos que están condenados por la justicia, para ser nombrados gestores de paz, se ha convertido en serio dolor de cabeza para los organismos de seguridad, que en algunas ocasiones han ofrendado sus vidas para capturarlos. No podemos ser ingenuos. Son delincuentes.
