Más de 20 mil personas se han visto forzados a abandonar sus residencias en el territorio del Catatumbo, producto de los sangrientos enfrentamientos entre las organizaciones terroristas. Familias enteras huyen de los municipios donde se presentan dichas confrontaciones, porque no encuentran la posibilidad de mantenerse protegidas por el Estado. Recordemos que, en otrora, estas comunidades presionadas por los grupos insurgentes presionaron la salida de los organismos de seguridad de sus territorios. Ahora están pagando los platos rotos, porque no tienen quienes los protejan. Tuvieron que salir de manera imprevisto con la ropa que tuvieron a su alcance, para evitar que fueran masacrados. De acuerdo con expertos, se da por terminada las sanas intenciones del ejecutivo, para buscar la paz total en el país. Son muy profundas los intereses que se han suscitado con estos criminales, por mantener el dominio de los cultivos ilícitos que ya no les interesa continuar con los diálogos de paz, a pesar de que el gobierno nacional, les brindó la mano para que se reinsertaran a la civilidad colombiana.
Infortunadamente, la laxitud que ha tenido el gobierno nacional para debilitar progresivamente a los organismos de seguridad en los dos últimos años, le está pasando factura para que se presente la más grande desestabilización social y económica que haya tenido una región en el país durante la historia republicana. El aumento de la criminalidad en el país, no se hizo esperar. En el caso de los integrantes de las estructuras criminales que operan en el país, se han duplicado durante el último bienio. Han tenido un crecimiento sostenido. Mientras los organismos de seguridad están padeciendo la disminución de su poder ofensivo por falta de recursos y con la salida de más de 600 integrantes de sus filas. Además, el poderío de la aviación, el transporte por helicópteros y el atraso del armamento militar, están haciendo metástasis, para contrarrestar el creciente accionar belicoso de la guerrilla en Colombia.
Consideramos que el gobierno nacional, no debe desfallecer en las sanas intenciones para seguir con los diálogos de paz con estas estructuras criminales. Recuerden siempre que no se están dialogando con los angelitos del cielo. Pero no deben bajar la guardia en su accionar para contrarrestarlos. Así el ELN y las disidencias, que dicen representar a la población colombiana, pero que tienen a las personas aterrorizadas, a los defensores de la democracia clamando ayuda y a las familias silenciadas por la absurda violencia que se está presentando actualmente. Recuerden que la nueva geopolítica liderada por el nuevo presidente de los Estados Unidos les va a cambiar el panorama. Se empiezan a escuchar los anuncios de la forma como van a confrontar la nueva política antidrogas y eso le va a pesar mucho en los ingresos producto del narcotráfico.







