Por: Juan Yamid Sanabria
Esta semana se conmemoró el día mundial de la lucha contra la depresión, una enfermedad que convive de manera silenciosa en nuestra sociedad, y aunque creemos saber del tema, el desconocimiento resulta ser una de las principales causas para ignorar un problema que afecta la calidad de vida en múltiples entornos.
Según el Ministerio de Salud y Protección Social en una encuesta realizada en el año 2023 a 3.430 personas mayores de 18 años bajo la pregunta ¿Crees haber tenido en algún momento de la vida problemas con tu salud mental? En respuesta el 66,3% de los encuestados declaró que en algún momento de su vida han enfrentado algún problema de salud mental. Con un mayor rango en los jóvenes de 18 a 24 años de edad con un 75,4%, y un mayor índice en mujeres con 69,9%; siendo factores de riesgo que además no discriminan estrato socioeconómico.
El famoso influencer Felipe Zaruma el pasado 16 de diciembre sorprendió al país con un video sobre “la depresión también sonríe, cuida a los tuyos” que logró a alrededor de 2,2 millones de interacciones y 63 millones de visualizaciones en Instagram, siendo un contenido viral que hace referencia a las actuaciones que parecen naturales para evadir los problemas, como “creer que todo está bien” o recaer en sustancias como el alcohol que actúa como un depresor del sistema nervioso central, es decir, hace más lenta la actividad cerebral para cambiar estados de ánimo.
La depresión es considerada por la organización panamericana de la salud como una enfermedad común pero grave que interfiere con la vida diaria, con la capacidad para trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de la vida. Asociada a factores genéticos (hereditarios), biológicos, ambientales y psicológicos. Lo cual quiere indicar que cualquier persona puede desarrollarlo, y no es un díctamen de “locura”, sino una condición que debemos aceptar y buscar ayuda profesional para iniciar un tratamiento.
Finalmente, todos hemos pasado ciclos de depresión por pérdidas familiares, rupturas amorosas, situaciones económicas difíciles, accidentes, entre otras; donde nace la pregunta ¿por qué a mi?, y la respuesta debe ser porque todos somos proclives a eventualidades negativas de la vida, las cuales no todos cuentan con la fortuna de superarlas de la misma manera. La depresión no tiene rostro por la máscara de la indiferencia.
