En el corazón del desierto de La Tatacoa, un tesoro fósil de 12 millones de años revela secretos sobre el pasado de la Tierra y su impacto en el presente. Con museos liderados por apasionados locales, este paraje único desafía el olvido y se erige como un epicentro de turismo, ciencia y preservación histórica.
DIARIO DEL HUILA, CONTEXTO
Por: María Camila Mosquera M.
La Tormenta y el Museo de Historia Natural de La Tatacoa albergan miles de fósiles que narran historias fascinantes de la vida hace 12 millones de años. A pesar de contar con escasos recursos y sin un respaldo significativo del Estado, estos lugares se han consolidado como atractivos turísticos y referentes de investigación internacional. En ellos se resguardan las claves para entender no solo el pasado de nuestro planeta, sino también los efectos del calentamiento global actual.
Un rincón en Colombia guarda con precisión los secretos de una era remota, cuando América del Sur era una gran isla aislada del resto del continente, las cordilleras estaban en formación, los dinosaurios ya se habían extinguido y los humanos aún no existían. Este lugar es el yacimiento paleontológico La Venta, ubicado en el corazón del desierto de La Tatacoa, en el departamento del Huila, a unas pocas horas al sur de Bogotá.


Un legado de 12 millones de años
El potencial científico de este sitio, donde se encuentran fósiles de animales y plantas del Mioceno Medio, fue reconocido a finales de 2024 por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas, órgano asesor de la UNESCO, que lo declaró patrimonio geológico de la humanidad. Este yacimiento es ahora uno de los 100 sitios paleontológicos más importantes del mundo. Se estima que en su vasto territorio, de 40 por 25 kilómetros, se esconden más de 30.000 fósiles, aunque solo se han recolectado poco más de 1.000 hasta ahora.
La conservación de los fósiles en La Tatacoa es extraordinaria. La combinación de clima árido y suelo mineral ha permitido que muchos huesos petrificados permanezcan enterrados a poca profundidad y en condiciones casi intactas. Esto convierte a la zona en un paraíso para paleontólogos de todo el mundo. En una visita guiada, incluso los turistas pueden tropezarse con fragmentos de caparazones de tortugas, dientes de caimanes extintos o garras de perezosos gigantes.
Museos comunitarios: Protectores del pasado
En medio del desierto, dos museos comunitarios, impulsados por el amor y la perseverancia de sus creadores, se erigen como guardianes del legado fósil: el Museo de Historia Natural de La Tatacoa, fundado por los hermanos Andrés y Rubén Vanegas, y La Tormenta, liderado por César Perdomo. Estos espacios no solo exhiben colecciones de miles de fósiles, sino que también son epicentros de investigaciones científicas de impacto global.
Entre los fósiles más destacados de estas colecciones se encuentran antiguos cocodrilos, aves, murciélagos, gliptodontes, primates y delfines prehistóricos. Estos restos proporcionan pistas sobre cómo un exuberante bosque tropical, lleno de lagos y ríos caudalosos, se transformó en el paisaje árido y rocoso que conocemos hoy. Según los científicos, este cambio drástico se debió a un fenómeno climático que calentó la región, redujo las lluvias y dio lugar al desierto.
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De un descubrimiento casual a un legado invaluable
La historia del Museo de Historia Natural comenzó de forma sencilla. Andrés Vanegas, siendo un niño de 11 años, encontró dos piedras inusuales durante una excursión escolar. Intrigado, decidió investigar su origen con la ayuda de una cartilla de dinosaurios que llegó a sus manos de forma fortuita. Así descubrió que las piedras eran, en realidad, un diente de cocodrilo y la pinza de un cangrejo prehistórico. Este encuentro casual marcó el inicio de su pasión por los fósiles.
Andrés y su hermano Rubén comenzaron a explorar el desierto, recolectando fósiles con herramientas improvisadas como tenedores y cepillos de dientes. Con el tiempo, su colección creció y decidieron construir un museo en su pequeña comunidad de La Victoria. Hoy en día, este museo cuenta con más de 1.700 muestras y un laboratorio paleontológico de alto nivel, que ha sido clave para publicar más de 20 artículos en revistas científicas de renombre.
La importancia de la apropiación social del conocimiento
Una de las filosofías centrales del museo de los hermanos Vanegas es la apropiación social del conocimiento. Ellos trabajan para que la comunidad local comprenda el valor científico y cultural de los fósiles, más allá de su posible valor económico. Gracias a esta labor, la población ha dejado de vender o usar los fósiles como objetos decorativos, entendiendo que son piezas esenciales para la historia de la Tierra.
Sin embargo, el museo enfrenta grandes desafíos. La carretera en mal estado que conecta a La Victoria con otros municipios limita la llegada de turistas, afectando la sostenibilidad económica del proyecto. Además, los costos de energía eléctrica representan una carga significativa. A pesar de esto, Andrés y Rubén continúan trabajando con pasión, soñando con recibir apoyo para instalar paneles solares que alivien sus gastos.
La Tormenta: Un refugio para los fósiles
A pocos kilómetros de La Victoria se encuentra La Tormenta, un museo fundado por César Perdomo, un campesino que ha dedicado su vida a buscar fósiles en las profundidades del desierto. Desde niño, César acompañaba a investigadores extranjeros, aprendiendo a identificar, extraer y conservar fósiles. Con el tiempo, su fascinación por estos vestigios del pasado se convirtió en una obsesión.
El museo de César alberga más de 5.000 fósiles, entre los que destaca un hueso de ave del terror, una especie de gran tamaño que habitó la región hace millones de años. Este hallazgo, reconocido internacionalmente, cambió la historia evolutiva de estas aves y atrajo la atención de científicos y medios de comunicación de todo el mundo.

Un futuro prometedor con apoyo y visión
El reconocimiento de La Tatacoa como patrimonio geológico de la humanidad es un paso crucial para la conservación de su riqueza fósil. Sin embargo, es fundamental que el Estado y la comunidad internacional brinden apoyo a los museos locales, no solo para garantizar su sostenibilidad, sino también para fomentar el turismo científico y educativo en la región.
Además, los fósiles de La Tatacoa tienen un valor incalculable para la ciencia. Estudiarlos no solo nos permite reconstruir la historia de la vida en la Tierra, sino también entender cómo los cambios climáticos del pasado pueden ayudarnos a enfrentar los desafíos ambientales actuales.
En La Tatacoa, el pasado y el presente se entrelazan en una danza de descubrimiento, preservación y aprendizaje. Gracias a la pasión de personas como Andrés, Rubén y César, este desierto se ha convertido en un puente que conecta a la humanidad con su historia más remota y con las lecciones que aún podemos aprender para construir un futuro más sostenible.

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