Ruber Bustos Ramírez
Por tradición y excelencia, la caficultura colombiana ha sido reconocida como un pilar de nuestra identidad y economía. Desde el Huila, uno de los mayores referentes del café de calidad, los caficultores enfrentamos el 2025 con el firme propósito de mantener la excelencia que nos caracteriza. Sin embargo, este año no será ajeno a retos significativos que pondrán a prueba nuestra capacidad de adaptación y resiliencia.
El primero, y tal vez el más evidente, es continuar produciendo café de alta calidad. En un mercado global cada vez más competitivo, la diferenciación sigue siendo nuestro mayor activo. Como caficultores, debemos apostar por técnicas sostenibles, procesos cuidadosos y por mantener la trazabilidad en cada grano que producimos. Pero la calidad no solo se logra en las fincas; requiere el compromiso de toda la cadena, desde los productores hasta los comercializadores, y el respaldo institucional para fortalecer esta ventaja.
El clima, sin duda, será otro desafío crucial. Apenas comienza el año, y ya observamos una variabilidad climática que desestabiliza los ciclos normales de lluvias y sequías. El impacto del cambio climático se refleja en cosechas impredecibles y enfermedades que amenazan los cultivos. Nos enfrentamos a la necesidad de implementar prácticas agrícolas más resilientes, adaptarnos a fenómenos extremos y trabajar en conjunto con la Federación Nacional de Cafeteros para desarrollar estrategias que mitiguen estos efectos.
A esto se suma la cuestión del precio del café, un factor que, aunque no controlamos directamente, define la sostenibilidad de nuestra labor. El reto es mantenernos productivos en un escenario donde los costos de producción, la recolección y las inversiones en calidad sean cubiertos. Aquí, la mano de obra cafetera sigue siendo un tema crítico: contar con recolectores suficientes y comprometidos es esencial, pero las condiciones laborales y el acceso a trabajadores capacitados son cuestiones que debemos enfrentar con creatividad y apoyo del sector.
Por último, no podemos ignorar el contexto político y económico. Las reformas anunciadas por el gobierno nacional podrían tener un impacto profundo no solo en la caficultura, sino en el campesinado en general. Este año será clave para analizar las políticas públicas y defender los intereses de las familias cafeteras. Además, los comités de cafeteros tienen la responsabilidad de presentar resultados que respalden su gestión y prepararnos para las elecciones cafeteras de 2026, un momento crucial para fortalecer la institucionalidad que nos representa.
A pesar de las adversidades, sabemos que la caficultura colombiana se sustenta en la unión, el trabajo y la pasión de miles de familias. Con el acompañamiento de la Federación, el conocimiento de los extensionistas y la innovación de los caficultores, enfrentaremos el 2025 con esperanza y determinación, reafirmando nuestro compromiso con un café que sigue siendo orgullo de Colombia y del mundo.








