A pesar del mayor aislamiento internacional que haya tenido un jefe de Estado en Venezuela, hoy se posesiona el dictador Nicolás Maduro, producto de unas elecciones fraudulentas que con tan solo 3 millones de votos frente a los 8,5 millones de sufragios que obtuvo el ganador Edmundo González Urrutia lo llevará al poder hasta el 2031, en medio de la oleada de protestas populares de venezolanos que han salido a las calles de las ciudades venezolanas y en todos los países del mundo, para rechazar este vil hurto electoral, que a sangre y fuego contra la ciudadana, buscan consolidarse en el poder. El desespero del chavismo fue ver en menos de un año, el presidente electo pasó a ser prácticamente un desconocido en el vecino país, a convertirse en la esperanza de cambio en el país al enfrentarse y ganarle por amplias mayorías en las urnas. Infortunadamente, aunque la oposición demostró con actas en mano que ganaron las votaciones con más de cuatro millones de sufragios de diferencia, el Consejo Nacional Electoral, de corte oficialista, insiste en que Maduro es el dueño en el poder por los siguientes seis años sin pruebas de su victoria y a pesar del rechazo internacional.
Con ello, la oposición liderada por la figura de María Corina Machado, la cual fue inhabilitada para ejercer cargos públicos, logró generar un ambiente adverso durante los últimos doce meses contra la idea de que el chavismo que aún ostenta el apoyo popular y creían que tenían las mayorías durante la época de Hugo Chávez. Así se logró después de 26 años demostrar que la revolución bolivariana no cuenta con el apoyo electoral de la población y que, en su lugar, tuvieron que decantarse por una salida autoritaria. El camino de Edmundo a la presidencia ha estado plagado de obstáculos, persecución a su círculo familiar y un asedio que lo llevó a huir del país y asilarse en España en septiembre. Pero el temor del circulo de poder del dictador Nicolás Maduro, secuestró con violencia a esta líder, generando la más grande reacción internacional, obligando al régimen a liberarla, con el sofisma de distracción de que fue una noticia falsa.
El gobierno nacional, se ha mantenido al margen de esta situación de los acontecimientos con el sofisma de distracción de no respaldar la tiranía y esta dictadura, pero que autorizó a su embajador en Venezuela, Milton Rengifo para que asista en nombre de Gustavo Petro Urrego al acto del chavismo para la posesión de este dictador. Asistir a esa posesión es legitimar una elección calificada como fraudulenta, que el mismo gobierno de Colombia se niega a reconocer al no estar publicadas las actas oficiales. Queda una duda: ¿podrá llegar hoy el presidente electo Edmundo González Urrutia, acompañado de expresidentes y lideres de países latinoamericanos, para que tome juramento.
