Atrás debe quedar la memoria pesimista y catastrófica que ha caracterizado el desempeño de la economía nacional durante el presente año. A pesar de que tres indicadores económicos de los 12 que miden el Pib, están demostrando una ligera recuperación de la dinámica productiva, producto de la incoherencia en la mala aplicación de los instrumentos de política macroeconómica del país y a los nubarrones que ha tenido, por el desbordado crecimiento que ha tenido la criminalidad en el país, y que tiene bajo su dominio a más de 400 municipios, que tiene en jaque al incipiente sector empresarial de estas localidades por la desesperada extorsión que han impuesto estas organizaciones narcoterroristas. El debilitamiento progresivo que han tenido los organismos de seguridad del Estado ha colocado en desventaja el accionar gubernamental para contrarrestarlos.
Pero no todo está perdido. Sólo faltan 19 meses y siete días, para que termine este nefasto gobierno, que ha sido incompetente e ineficaz para atender y dar soluciones a las grandes problemáticas que posee el país. Por tal motivo, no hay que desfallecer. Entramos a un año electoral, y será el momento propicio para pasar factura de cobro por este desbordado y derroche del gasto público, que en nada han contribuido a mejorar las condiciones de bienestar de las familias colombianas. Igualmente, con las personas y las sociedades sucede lo mismo: cuando se aferran a que todo pasado fue mejor, tienen una cultura catastrófica, pesimista o negativa y solo aguardan el fracaso de las nuevas ideas para argumentar que nada cambia. Pero, así como actúa el calor, la electricidad o el magnetismo para modificar temporalmente la memoria de esos materiales de uso industrial, las nuevas ideas surgen para plantear alternativas para reorientar el accionar gubernamental, que conduzcan a mejorar el bienestar de la sociedad colombiana.
El país debe formular y aplicar políticas públicas sin sesgos ideológicos y sin revanchismos hirsutos, que solo han contribuido a polarizar más el país. Debemos pasar de la retórica barata hacia la implementación de hechos concretos. Es indispensable integrar al sector productivo al proceso de recuperación y fortalecimiento económico porque lidera innovaciones, genera el 85% del empleo, el 80% de los tributos al fisco nacional, y así la misma sociedad visibiliza líderes positivos que hacen saltar el desarrollo de Colombia hacia escenarios realistas y dinamizadores. Falta mucho: mejorar la infraestructura, la conectividad digital, el sistema de salud, la calidad de la educación, crecer la clase media, igualar las oportunidades de hombres y mujeres, reducir la brecha entre la Colombia rural y la urbana, pero, sobre todo, mejorar los líderes políticos, empresariales y académicos. Las nuevas justas electorales que se nos avecinan para elegir al nuevo Congreso de Colombia y al próximo presidente de la República, deben redireccionar el rumbo que debe tomar el país, para volver a recuperar el sendero de crecimiento.
