Diario del Huila

La limosna hace daño

Dic 28, 2024

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Álvaro Hernando Cardona González

La limosna es caridad. Es un regalo. Pero se agota pronto con el consumo, normalmente para saciar algo inmediato.

Como ejemplo de las causas de crecientes personas pidiendo limosnas, según cuentan algunos trabajadores sociales y sociólogos y aún por los propios vendedores callejeros, Neiva es un paraíso para quienes ven en la vagancia, la mala suerte, la falta de oportunidades laborales o el vicio, una estimulante práctica porque aquí todos dan limosnas.

Hay que evaluar si estamos siendo caritativos o no ¿Han disminuido o aumentado los mendicantes en su barrio? ¿Desde que damos limosnas, ha aumentado o disminuido la pobreza en Colombia? Y a propósito, ¿no dizque la violencia está relacionada con la pobreza? ¿cómo es que no merma y en cambio crecen las muertes, secuestros, reclutamiento de menores de edad, extorsión y violaciones sexuales?

En todas partes los conductores se quejan sobre cuánto están “obligados” a gastar para ir de un lugar a otro de las ciudades. Porque se han creado “peajes de esquina” transformando la limosna ¿Están más limpios los carros gracias a los “limpiabrisas”? ¿Están más limpias Neiva, Ibagué, Mocoa o Florencia? ¿Disminuyen los vendedores ambulantes o estacionarios por las compras callejeras o las madres y niños en las calles? Cada vendedor callejero exitoso sólo reproduce, y no disminuye, las ventas en calles, andenes, jardines, parqueaderos y, etc, etc.

Las batallas por el espacio público se ganarán cuando entendamos todos, que debemos colaborar. Con que nadie compre en la calle se soluciona el problema ¡No costaría un peso! En cambio estaríamos contribuyendo a solucionar otros problemas como el empleo formal, el crecimiento en la demanda legal de servicios públicos, aumentaría la sensación e índices de seguridad, se rescata la credibilidad ciudadana e institucional, se recuperan las zonas recreacionales, disminuiríamos los costos por aseo público y mantenimiento de andenes y parques.

No demos limosnas. No compremos en las calles. Cada vez que lo hacemos generamos más desórdenes, más inequidades, más inseguridad más suciedad y más costos sociales.

Que los productos callejeros son más baratos, tonterías, es un argumento absurdo. Lo barato sale caro. ¿Quién puede acudir al inspector de precios, pesas y medidas cuando se le daña un artículo comprado en la calle o su precio no corresponde al valor real?

En nosotros está la mayor parte del éxito de la sociedad. Comprando al establecimiento comercial que además no ocupa el espacio público, se reconocen a los ciudadanos solidarios disminuye la corrupción, aumenta el empleo y tenemos mayores impuestos para las obras de beneficio social. No demos limosnas y no compremos en la calle.

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