Colombia está experimentando una revolución financiera impulsada por el crecimiento exponencial de los pagos digitales. En el primer trimestre de 2024, las entidades financieras y las sociedades especializadas en pagos electrónicos registraron 3.986 millones de operaciones, movilizando más de 2.540 billones de pesos, según datos de la Superintendencia Financiera. Este aumento refleja una tendencia global hacia la digitalización de las transacciones, la cual, según PwC, podría triplicar las transacciones digitales per cápita para 2030.
La adopción de tecnologías como billeteras digitales, pagos móviles e inteligencia artificial ha sido clave en este avance. Expertos como Sandra Agudo destacan que estas herramientas no solo facilitan las operaciones, sino que también promueven la inclusión financiera en sectores tradicionalmente excluidos. A esto se suma el desarrollo de soluciones locales, como Bre-B, el nuevo sistema de pagos digitales del Banco de la República, que promete transformar la interacción financiera entre bancos y ciudadanos, siendo gratuito durante sus primeros tres años de funcionamiento.
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Además, las proyecciones para el mercado colombiano son prometedoras. Según Statista, se espera que para 2025 los pagos digitales sean la actividad económica más relevante del ecosistema fintech, con más de 25 millones de usuarios en el país. Este crecimiento no solo refleja la modernización de las transacciones, sino también una oportunidad para cerrar brechas sociales y económicas mediante la digitalización.
El impacto de los pagos digitales ya es evidente en la vida cotidiana. Desde mercados informales hasta grandes transacciones comerciales, el uso de plataformas digitales ha simplificado el intercambio de dinero y reducido la dependencia del efectivo. Este cambio no solo impulsa la economía formal, sino que también fortalece a pequeños negocios y emprendedores, posicionando a Colombia como un referente en innovación financiera en América Latina.
