ALFREDO VARGAS ORTIZ
Orgullosamente Abogado y Docente, Universidad Surcolombiana
Doctor en Derecho, Universidad Nacional de Colombia
Lo que se creía superado ante los ojos de la humanidad tras las graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos cometidas durante la Segunda Guerra Mundial por la Alemania nazi, y con la creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU) como órgano para salvaguardar los derechos humanos, junto con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Estatuto de Roma con la Corte Penal Internacional, ha terminado siendo burlado ante la mirada impávida de la humanidad. Durante la Segunda Guerra Mundial no existían los avances tecnológicos que hoy poseemos, y por ello no fue fácil exponer el horror que se vivía en aquellos tiempos.
Hoy presenciamos un genocidio en vivo y en directo, cruel, inhumano y degradante, motivado por razones de raza, religión o posición política, contra el pueblo palestino, que está siendo víctima de un régimen que se burla de la humanidad y que ignora deliberadamente todo lo establecido por los instrumentos del derecho internacional y del derecho internacional humanitario, diseñados para regular las confrontaciones armadas.
Es irónico que el mismo pueblo, representado ahora por un gobierno absolutamente arbitrario, que fue víctima del régimen nazi y que en su momento despertó la solidaridad mundial, busque hoy superar a sus victimarios al promover la violación sistemática de los derechos humanos de las personas que habitan la Franja de Gaza.
No existe ideología, religión o convicción política alguna que pueda justificar esta barbarie, que ha dejado más de 42.000 muertos en 12 meses de guerra, con un promedio de 115 personas fallecidas diariamente en Gaza, muchas de ellas niños, jóvenes y mujeres completamente desarmados. Millones de desplazados, mutilados y enfermos permanecen sin asistencia humanitaria. Además, periodistas y miembros de misiones médicas, víctimas de ataques infames, enfrentan obstáculos para suministrar los elementos necesarios para atender a los heridos.
Es indignante que se impida el ingreso de alimentos, que se utilicen armas prohibidas por el derecho internacional humanitario, que se niegue el acceso al agua potable y que, en pleno invierno, las personas deban soportar los rigores del clima sin refugios, que también han sido destruidos. Finaliza el año, y resulta difícil sostener una vida plena ante la infamia de esta guerra injusta, alimentada por las grandes potencias, que está exterminando a un pueblo entero frente a nuestra indiferencia.
Invito a todos a no mirar hacia otro lado, a mantenerse activos en las distintas campañas de solidaridad, a no justificar esta atrocidad y, sobre todo, a entender que la conciencia que ha desarrollado la humanidad no puede seguir tolerando lo que ocurre en Gaza. Por ello es fundamental apoyar a organizaciones como médicos sin fronteras, la media luna roja, entre otras organizaciones que se juegan la vida por las víctimas de esta barbarie, no es tiempo para la indiferencia, ni para el desgane, el pueblo palestino tiene que saber que en la distancia sufrimos su desgracia y nos solidarizamos con ellos.








