Diario del Huila

40 años entre la muerte, lápidas y bóvedas

Oct 27, 2025

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Entre líneas, la historia de Ligia Amparo Cometa, una mujer que ha dedicado cuarenta años de su vida a limpiar y mantener bóvedas en el cementerio central de Neiva como su principal fuente de sustento. A pesar de los desafíos, como el poco valor que le dan a su trabajo, y las escasas ganancias diarias, Ligia continúa con su labor, encontrando consuelo en la fe y en el recuerdo de almas olvidadas.

Por: Francy Villarreal Ruiz.

En el cementerio Central de Neiva, entre el aroma de flores, la sobriedad de las lápidas y el frío de la muerte, Ligia Amparo Cometa, una mujer longeva, que ha labrado allí su sustento durante las últimas cuatro décadas sigue escribiendo día a día su historia de vida, que para muchas personas pasa desapercibida.

Desde hace 14.600 días, como ella misma cuenta, su trabajo consiste en limpiar las bóvedas de los difuntos, una labor que se ha convertido en su principal fuente de ingresos, a pesar de la indiferencia y el poco valor que le dan a su trabajo “Hay una gente que, no lo valoriza a uno el trabajo, pero otra que sí, pero ahí voy porque ese es mi trabajo”.

Sin embargo, afirma que eso no se compara, con la tristeza que le da, que, durante esos 40 años de permanecer en el cementerio, muchos d ellos difuntos, prácticamente permanecen en el olvido.

“Me da mucha tristeza porque yo digo, uno de que lo vengan a tirar acá y que nunca jamás en la vida lo vuelvan a visitar. Yo relleno bóveda, las que veo por ahí desordenadas, las limpio y les permito tener un sitio bonito”, afirma la mujer.

En el cementerio Central de Neiva, entre el aroma de flores, la sobriedad de las lápidas y el frío de la muerte, Ligia Amparo Cometa, una mujer longeva, que ha labrado allí su sustento durante las últimas cuatro décadas.

Los milagrosos de cementerio

Ligia barre casi que a diario la bóveda del legendario Saúl Quintero, limpia cada lugar donde la muerte se suma al olvido, no por interés dice; sino porque son almas, espíritus que fueron personas queridas para las personas, y es imposible dejarlas solas.

En el camposanto, Saúl Quintero, conocido como «El Renco», es uno de los personajes a quienes, junto al Doctor Moncaleano; la gente acude con frecuencia para orar y pedir milagros, así lo narra Ligia Amparo quien se convierte en un personaje que cuenta historias en el lugar.

Se puede detallar que Saúl Quintero, a quien Ligia limpia la bóveda, nació en 1937 y murió en 1965 a los 28 años, y es considerado por la gente como un héroe o salvador, a quien se le reza y le pide favores, atribuyéndole milagros.

La historia data, que Saúl que fue hijo de madre soltera, hizo parte del ejército y luego de la guerrilla, y que murió cuando iba a visitar a su novia. Su muerte, donde su cuerpo fue vestido con un uniforme de soldado, es considerada por algunos pobladores como el «primer falso positivo del país». Esto contextualiza por qué la tumba es un punto de visita y devoción popular.

Días de trabajo

El horario de trabajo de Ligia Amparo se amplía a la jornada de un día, sobre todo los lunes, que es el día de “visitar a los muertos”, casi que una tradición que se convierte para ella, en uno de los días más movidos para poder trabajar.

“Por lo menos los lunes estoy todo el día, desde las 8:00 de la mañana llegó al cementerio, haciéndole por aquí a una parte, en otra, en otra. Organizo las bóvedas que tengo contratadas por mensualidades, las dejo limpias, y ese es mi trabajo”.

Los días entre semana son malos, pues solo cuenta con el ingreso de las bóvedas que mantiene por contrato mensual. Actualmente, tiene seis bóvedas mensuales, por las que le pagan 50.000 pesos cada una.

Con ese dinero, $300.000 mil pesos mensuales, y lo que obtiene de otros trabajos eventuales, como pintar una bóveda, a su edad sobrevive.

“Ayer no me dice sino 15.000 pesos, y hoy vamos por lo mismo. ¿Sí? Estuvo malo, malo, para mí estuvo malo. Porque el día el día que mejor me va son los domingos y los lunes son los únicos días aquí en una entre semana se muere de hambre. Aquí en una entre semana no es hace nada”.

Afirma Ligia Amparo, que lo más triste no es vivir en medio de la muerte, sino en el olvido.

Entre la indiferencia

El entorno laboral también le presenta desafíos. Ligia padece el acoso del sepulturero, quien le niega el agua, obligándola a ir los domingos a buscarla o, incluso, caminar hasta el río Magdalena para poder tener el agua.

Además, debe lidiar con la presencia de personas que van al cementerio a «fumar vicio»; tal y como ella lo refiera; aunque afirma que no se meten con ella, si ella no se mete con ellos.

“Aquí lo que no lo que lo que más me molesta esa gente que viene a fumar vicio porque la verdad ese olor me enferma. Pero ellos no se meten con uno. Hay que llevar las cosas con calma porque se puede hacer. Ese es mi trabajo y no es de un año ni de dos años, llevo 40 años trabajando acá”.

Pese a los pesares, su fe es inquebrantable, la manifiesta diciendo que “papito Dios siempre está ahí, ¿no? Él nunca me deja sola». Es esa fe y el recuerdo de sus seres queridos, su abuelo y su nieta, es lo que la conmueve profundamente y le recuerda lo duro de las pérdidas.

Anécdotas en medio de la muerte

Cuenta Ligia, que durante las cuatro décadas que han trascurrido del tiempo en el cementerio, ha visto pasar muchas personas, historias peculiares y hasta entierro con particulares formas de despedir a sus seres queridos, en medio de música, pólvora, licor y hasta tiros al aire, familiares le dan el último adiós a quienes partieron de lo terrenal.

“Aquí han venido gente hasta de hasta por allá de España, alguna gente que vienen a pasear y ellos han venido acá y ellos me dicen, yo soy de España, doña Ligia. Me dicen, me alegro del trabajito que usted tiene y me dan la ‘limosnita’, hace unos días, alguien me regaló 100.000 pesitos”, cuenta con alegría la cuidadora en el cementerio.

Con escoba en mano, y las ganas de trabajar consigue su sustento asesando las bóvedas de quienes ‘descansan en paz’.

Lo perdió todo

A Ligia la vida no le ha tocado fácil, el pasado mes de junio, por una conflagración en su vivienda, donde el fuego consumió todas sus pertenencias, prácticamente le tocó empezar desde cero.

“A mí se me quemó la casa, y me ha tocado ahora, como dice el dicho, empezar en cero. Pero yo le pido a mi Dios todos los días por mí, yo la llevo con paciencia”.

El motivo de la conflagración fue una veladora encendida que dejó su hija, y que en un hecho de descuido, consumió absolutamente todo lo que tenia en su residencia ubicada en el barrio Puertas del Sol, en la zona sur de la capital del Huila.

Aunque agradece al dueño del supermercado El Económico por ser el único que la ayudó, y aunque el gobierno le dio diez tejas; ninguna otra ayuda significativa llegó, ha sido con esfuerzo propio y sacrificio que ha pintado la casa y ha ido recuperando algo, aunque aún le faltan enseres como la lavadora y un chifonier.

Ligia Amparo, a pesar de las dificultades afirma que no pierde la Fe, solo pide una oportunidad para dignificar su trabajo.

El Clamor de una vida de sacrificio

La labor de Ligia es reconocida incluso por visitantes internacionales. Hace poco, una persona de España la felicitó por su trabajo y le dio una «limonita» de 10.000 pesos.

Al preguntarle qué le quiere decir a los neivanos, su petición es sencilla y digna «Que me den la oportunidad de tener trabajo para salir adelante, nada más. Porque a mí no me gusta que nadie me dé nada, solo pido que me entre trabajo».

La historia de vida de Ligia Amparo Cometa es la muestra fehaciente que cuatro décadas entre la muerte no le han arrebatado la esperanza de seguir adelante, un día a la vez, limpiando el olvido para ganarse la vida.

La historia de Ligia Amparo ilustra la dura realidad de su vida, marcada por la pérdida y la lucha económica, una mujer que a pesar de las dificultades y la indiferencia actúa como una guardiana de la memoria, batallando contra el olvido que acompaña a la muerte.

Mientras tanto, la cuidadora de tumbas continúa como hoy, cada lunes arribando al cementerio central de Neiva, a cumplir con su trabajo, y ver que otra oportunidad de conseguir dinero para su sustento logra con su esfuerzo.

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