Diario del Huila

40 años del palacio

Nov 17, 2025

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Amadeo González Triviño

Se han conmemorado los cuarenta años de la toma del Palacio de Justicia, por uno de los frentes de un grupo armado M-19 y hasta la fecha, por cuanto nunca antes había sucedido, el movimiento de rechazo y de animadversión y confrontación periodística y de la sociedad que nunca olvida y que no reconoce los procesos históricos de la sociedad, se ha lanzado en ristre contra el actual mandatario, por el simple y sencillo hecho, de que en su momento, militó en ese movimiento, sin que se pueda decir, como se ha pretendido, que es el único responsable de ese lamentable acontecimiento.

Pero a lo anterior se suma sin lugar a dudas, el simple hecho de que hace tres años largos, se ha desatado un proceso social liderado por los sectores opositores al momento histórico, de rechazo, de persecución y de odio contra el primer mandatario, hasta el punto que el próximo proceso electoral, tiene una sola bandera, un solo propósito, un solo objetivo: “Todos contra Petro”, olvidando que la vida y la historia de la humanidad, nos ha enseñado que el proceso de la resiliencia tiene que ver con las formas de superar los dramas humanos que nos han afectado y poder encausar todas las energías positivas hacia la reconstrucción de los lazos de confraternidad y de sociedad que tanta falta nos hacen.

No es de recibo que solo ahora, después de cuarenta años, se tergiversen los términos mismos del lenguaje, como la de aquellos que han querido pregonar que tales sucesos son propios de un “holocausto”, cuando dista mucho y la historia nos enseña, que tal forma de calificar este tipo de hechos, no alcanza la dimensión con la que se le quiere enrostrar, sino que hace parte de una de las estrategias que durante los largos procesos históricos, han sido ejercidos por grupos que buscan un protagonismo o una forma de encontrar elementos que les permita ocupar un puesto en procesos de negociación, de dialogo y finalmente de acuerdos como los que a lo largo de nuestro quehacer social colombiano ha sucedido con muchos grupos alzados en armas, desde la guerrilla hasta los paramilitares y de lo cual, da cuenta nuestra historia republicana.

Es ilógico y contrario a lo postulados de una sociedad que se predica en búsqueda de la paz y de la reconciliación, de la convivencia y de los elementos mínimos para acercarnos en hacer un espacio nuevo de vida y de acercamiento entre unos y otros, que resurjan todos los fenómenos de odios, de resentimientos y de advertencias sobre formas de venganza o de afrenta, con todos los términos que el lenguaje nos permiten y que suscitan a diario, ese consabido refrán de que no hay que olvidar, ni perdonar y que hay que acabar a como dé lugar, a unos y otros, cuando no son de nuestro afecto o cuando en su vida, han sido precisamente partícipes de elementos que no estaban con nuestra ideología o con nuestra forma de pensar.

Necesitamos superar esa polarización que se acrecienta día a día, que debe saber conocerse y aceptarse para que no volvamos a caer en la repetición, desde la palabra misma, hasta los hechos y las formas propias de violencia y de guerra, por todos conocidos. Acaso no hemos aprendido a buscar en ese proceso de reconocimiento de la verdad que, a su vez, no haya repetición y que el compromiso sea el de buscar el reencuentro con el otro, en la formulación de proyectos y de formas de vida que hagan posible, de una u otra forma, la paz total, la convivencia pacífica.

Volvamos los ojos al otro, aceptemos las diferencias, aprendamos a vivir con ellas, y en la medida de lo posible, superemos los obstáculos y aprendamos a saber olvidar lo que hay que olvidar y en la lección, entender que eso que queremos olvidar, no puede volver a suceder y no ha de repetirse nunca jamás, y solo así, podemos construir y vivir en sociedad.

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